Nunca decepcionan Barcelona y Real Madrid. Y la final de la Copa del Rey en Sevilla no fue la excepción. El conjunto catalán se quedó con el trofeo con un gol agónico en el tiempo suplementario que le dio la victoria por 3 a 2. Sucedieron dos cosas extrañas para la consagración culé: el goleador fue el lateral derecho Jules Koundé, que se aprovechó de un error de Luka Modric, el que casi nunca falla, que metió un pase al medio que anticipó el defensor francés para luego rematar desde afuera. Celebró entonces Barcelona, que le ganó los tres partidos que jugó con el Madrid esta temporada. Bastante más: los comandados por Hansi Flick van por el triplete porque el miércoles jugarán la ida de semifinales de Champions League contra Inter y porque son los lideres en soledad de la liga local.
Las realidades opuestas de Barcelona y de Real Madrid se evidenciaron en el primer tiempo adentro y afuera de la cancha en Sevilla. Mostró una actitud impropia el siempre sereno Carlo Ancelotti: esta vez, el entrenador italiano estuvo activo y gesticuloso al pie de la línea como si fuese Diego Simeone y hasta recibió una amarilla por protestar una mano en la mitad de la cancha. Todo un síntoma de momento. Y en el campo de juego, los comandados por el alemán Hansi Flick fueron superiores a sus rivales ya desde lo corporal. La posesión con la que culminó la etapa inicial sirve para graficar: 65 por ciento a favor de los catalanes.
El Madrid se paró bien de contra como si fuese un elenco de la parte de abajo de la liga de España. Ese mensaje fue captado y aprovechado por el Barça, que se sintió aún más dueño de la escena. Es verdad que no generó muchas situaciones de peligro, aunque siempre estuvo cerca del arco de Thibaut Courtois. La inclusión del arquero belga también sirve para mensurar el momento de Ancelotti: en las anteriores cinco rondas de la Copa del Rey, Carletto le había dado la oportunidad al suplente Andriy Lunin.
El gol llegó con un pequeño error. Las fallas suelen ser clave en los partidos grandes. Jude Bellingham se lamentó plantado en el suelo un pase filtrado a Vinicius que cortó Cubarsí cuando el brasileño se iba cara a cara con Wojciech Szczęsny. El inglés se agarró la cabeza y se quedó parado mientras la jugada seguía. Pedri la agarró en su campo, la tiró larga para Lamine Yamal y fue a buscar a la otra área. El juvenil volante del Barça corrió 40 metros antes de recibir de Yamal y colgarla de un ángulo con un disparo desde la medialuna. La acción se produjo ante la mirada pasiva de Bellingham, que jamás retomó sus tareas defensivas. Se sabe: en el fútbol moderno ningún futbolista se pueda dar el lujo de no correr.
Todo cambió en el complemento con el ingreso de Kylian Mbappé, recuperado de un leve esguince de tobillo derecho. El francés le modificó la cara a su equipo y le infundió temor a los catalanes. También fue productivo el ingreso de Modric. En pocos minutos, Szczęsny atajó tres para evitar el empate. Lució cansado Barcelona y Flick tardó en mover el banco.
Mbappé igualó de tiro libre y Tchouaméni, de cabeza, puso el 2-1 para los capitalinos. Recién ahí se volvió a activar Barcelona. Tal vez sea un pecado de un plantel juvenil, porque cuando puso el pie en el acelerador, otra vez mandó para atrás a Real Madrid. Frotó la lámpara Yamal y dejó cara a cara a Ferrán Torres, que empató en dos para mandar el juego al tiempo suplementario.
Claro que antes entró en acción el cuestionado Ricardo De Burgos Bengoetxea, el árbitro apuntado por Real Madrid a través de su canal de televisión oficial. El juez marcó penal en la última jugada por presunto toque de Asencio a Raphinha. Entró el VAR en acción y el cobro se revirtió para tranquilidad de Ancelotti.
Los penales parecían inevitables hasta que Modric metió ese mal pase para el medio y Koundé festejó. Las cámaras se posaron rápido en Ancelotti, que parece haber concluido un ciclo en la institución. ¿Será el nuevo entrenador de Brasil?
Festejó Barcelona y fue justo: es y fue el mejor de los dos equipos. En el final, el alemán Antonio Rüdiger desde el banco de suplentes le lanzó un objeto (¿un hielo? ¿una cinta envuelta?) al árbitro y vio la roja. ¿La actuación del señalado De Burgos? Muy floja, con varias dudas, aunque no favoreció a ninguno.
Levantó su copa número 32 Barcelona, el conjunto de Flick que va por el triplete y por la historia.