¿Alguna vez pensaste que ese huesito duro de una cereza podía transformarse en un árbol? Aunque no lo parezca, germinar semillas de cereza es totalmente posible en casa, incluso si vivís en un departamento. Lo único que necesitás es tiempo, ganas y seguir algunos pasos clave para que la naturaleza haga lo suyo.
Este proceso, que puede parecer complicado al principio, es en realidad una forma ideal de empezar a vincularte con el cultivo de plantas frutales. Con materiales simples y sin gastar de más, vas a poder ver cómo una semilla se convierte en brote y, con suerte, en un futuro cerezo.
El primer paso es fundamental: extraer la semilla que está dentro del hueso de la cereza. Para hacerlo más fácil, dejá que los carozos se sequen durante dos o tres días a temperatura ambiente. Esto los vuelve más quebradizos. Después, con ayuda de una pinza o alicate, presioná suavemente los laterales hasta que se abra sin romper la semilla interior. Si la semilla se parte o está muy seca, no va a germinar bien.
Una vez que tengas las semillas listas, ponelas en un vaso con agua entre 6 y 24 horas. Este paso ayuda a activar la semilla y a identificar cuáles sirven. Las que se hunden son viables; las que flotan, mejor descartarlas.
Acá viene lo más importante del proceso: simular el invierno para que la semilla se active. Esto se llama estratificación. Según el sitio Cultivo Paso a Paso, este proceso es indispensable para lograr buenos resultados.
Este proceso dura unos 5 meses, aunque puede activarse antes. Revisá cada tanto que no haya hongos y que la servilleta siga húmeda (podés cambiarla cada 15-20 días).
Cuando veas que las semillas empiezan a sacar raíz (de 0,5 a 1 centímetro), es momento de pasarlas a una maceta.
Usá un sustrato aireado y rico, como una mezcla de turba, fibra de coco y humus de lombriz. Plantá la semilla con la raíz hacia abajo y sin bolsas de aire.
Poné la maceta en un lugar cálido, con luz indirecta y sin corrientes de aire. Mantené la tierra húmeda, pero no encharcada. La germinación puede demorar de 10 días a un mes, así que paciencia.
Cuando la planta alcance unos 20 cm, podés trasplantarla a otra maceta más grande o al jardín, si tenés espacio. Recordá que el cerezo es de hoja caduca: pierde sus hojas en otoño y vuelve a brotar en primavera.