«No hay necesidad de acumular reservas» afirmó en Presidente Javier Milei, agregando que resulta innecesario en un esquema de flotación cambiaria como el actual.
Esa definición cambia la perspectiva de corto plazo respecto de un tema sensible como es el aumento de las reservas del Banco Central e implica adelantarle al Fondo Monetario Internacional que el Gobierno no tiene previsto, por ahora, cumplir con una de las metas acordadas para fin de junio.
Esa meta de acumulación de reservas negociada con el FMI estipula que a fin del mes próximo la Argentina debería sumar US$ 3.700 millones, un monto difícil de lograr mientras el Banco Central se abstenga de comprar divisas como lo viene haciendo.
Milei ya había brindado un adelanto de lo que tenía pensado hacer cuando autorizó al ministro Luis Caputo a comprar dólares sólo si tocaba los $ 1.000, que es el piso de la banda cambiaria, para evitar la emisión de pesos.
En ese momento, la lectura que hicieron los mercados fue que el Gobierno se corría como comprador ante la posibilidad de que cualquier suba del dólar pudiese poner en riesgo la reducción de la inflación. Fue en las semanas previas a la elección de legisladores en Capital.
El esquema de dólar quieto, con homologación de paritarias apuntando a aumentos salariales del 1% mensual y sumado a las conversaciones con supermercados para moderar las subas de precios, se constituyó en base de un esquema orientado a expandir el consumo. Y todo fue posible a partir del desembolso anticipado de US$ 12.000 millones del FMI.
El expresidente del Banco Central, Guido Sandleris, comentaba sobre el fin de semana que la falta de acumulación de reservas es una pata flaca de la gestión oficial, pero tranquilizaba a los operadores de la Bolsa de Comercio de Córdoba diciendo que «entre los dólares del blanqueo y el primer desembolso del FMI, el Gobierno tiene US$ 20.000 millones líquidos si fuese necesario intervenir en el mercado de cambios».
Lo decía después de pronosticar un difícil cumplimiento de la meta de reservas con el FMI, ya que el Banco Central debería conseguir casi US$ 4.000 millones hasta fin de junio y otros US$ 4.000 millones hasta fin de año.
Milei le corrió el arco al mercado con relación al aumento de las reservas del Central demostrando escaso temor a que el dólar libre pueda dar un salto.
Es más, el Gobierno negocia un préstamo REPO con los bancos por US$ 2.000 millones, además de la posible colocación de un bono en pesos pagadero en dólares con destino al aumento de las reservas y la esperanza abierta a un aumento de oferta de divisas adicional por el buscado blanqueo de los dólares del «colchón».
¿Si aumenta la oferta, el dólar ($ 1.155) bajará a $ 1.000?, en los pasillos del Gobierno no lo descartan y se entusiasman con el salto de los créditos, tanto bancarios como no bancarios.
Los préstamos al sector privado crecen 212% en un año con los hipotecarios subiendo 440% y los personales, un 385%.
Un análisis a fondo del crédito no bancario y la banca digital elaborado por EcoGo, la consultora de Marina Dal Poggetto, sostiene que ese nivel de crédito «ya es 18,2% mayor que el pico alcanzado en febrero de 2022».
Más crédito, el peso apreciado y la mayor oferta, como consecuencia de la apertura importadora, está disparando la venta de bienes durables como autos y electrodomésticos.
Según Dante Sica este año se podrían lleva a vender 700.000 autos 0 KM, mientras que a comienzos de año los pronósticos iniciales giraban en torno a los 450.000.
La mejora en la venta de bienes durables contrasta con la debilidad de las de los productos de consumo masivo dependiente del nivel de ingreso disponible de las familias.
Los datos de actividad de marzo reflejaron una baja respecto de febrero manteniendo una mejora en la medición respecto del mismo mes del año anterior.
El ingreso disponible de los hogares de ese mes, medido por Empiria, arrojó una disminución de 2,2%. Fue en medio de un clima de cierta inestabilidad cambiaria, producto de que -en ese entonces- el Banco Central no compraba divisas suficientes como para convencer al mercado de que tenía espaldas para respaldar un dólar depreciado.
La nueva definición del Presidente abre ahora otra ventana en materia cambiaria a la espera de una respuesta del FMI que, en la visión del Gobierno, podría hasta ser silenciosa. Mientras tanto, la nave, a base de deuda, va.