La creciente expansión de malezas resistentes y tolerantes a herbicidas se ha transformado en uno de los principales desafíos para la agricultura argentina. La presión de selección generada por el uso intensivo y muchas veces repetitivo de los mismos principios activos, sumada a prácticas agronómicas poco diversificadas, ha dado lugar a un escenario complejo, exigiendo un cambio profundo en las estrategias de manejo y el uso cada vez más preciso de tecnologías para el control de malezas. Y una de ellas es la aplicación selectiva de fitosanitarios.
«Cuando se analiza una inversión para incorporar una tecnología, lo primero que se mira es su costo por un lado, y por otro, se trata de evaluar si esa tecnología aportará algún beneficio económico que permita, de manera tangible, pagar la inversión; o bien, si solo es un cambio para trabajar mejor», dice Esteban Bilbao, asesor con sólida experiencia en la tecnología de aplicaciones selectivas.

Ulises Deraiopian, Esteban Bilbao, Manuel Aued, Agustín Bilbao, todos los Ingenieros agrónomos que integran Viento Sur, especialistas en el aplicaciones selectivas
En el caso de las aplicaciones selectivas, y de acuerdo con el entrevistado, es más tangible el recupero económico cuando se es productor y dueño del pulverizador. Porque, si se hizo bien el análisis sobre qué equipo elegir, qué ancho de botalón equipar en base a la superficie que se trabaja y la problemática que tiene, se genera un alto ahorro de herbicida y, normalmente, en uno a tres años se repaga la inversión.
«Es más complejo cuando la inversión la debe hacer un contratista porque en estos casos generalmente las carpetas bancarias no son las mismas, los créditos ya están tomados para tener la pulverizadora, y la forma de recuperar la inversión no es en base al ahorro, sino en función de cuánto más cobra la pulverización. Este valor es normalmente entre el doble y un poco más de lo que se cobra una pulverización común».
En lo que a beneficios se refiere, el experto afirma: «Hace cinco años que medimos el ahorro en herbicidas, con información propia, y concluimos que el ahorro promedio en aplicaciones selectivas es de un 70 %, con extremos entre el 50 % y un 99%. Luego, si hacemos el cálculo del ahorro de herbicidas del año, teniendo en cuenta las aplicaciones selectivas y con cobertura total, estamos utilizando alrededor del 50 % de los herbicidas».
Otro comentario de Bilbao hace foco en cómo usar la tecnología, y en este aspecto señala: «Vemos gente que hace la compra y sigue haciendo lo mismo que en cobertura total pero con selectivas, con lo cual tiene un ahorro y un menor impacto ambiental, pero no está mejorando la situación de malezas de su campo».
Mejorando las aplicaciones
Otro es el caso, considera el experto, «si uno se concentra en aprovechar el ahorro que ofrece la tecnología y realiza un monitoreo más ajustado para decidir mejor cuándo entrar al lote, con un tamaño de maleza más adecuado, que según los marbetes de los herbicidas es de macollaje temprano en gramíneas y de rosetas de menos de 15 cm de diámetro en dicotiledóneas».

En cobertura total, debido al costo que tienen los barbechos, muchas veces se espera que aparezcan las malezas y «entonces algunas se pasan de tamaño, son las que sobreviven y semillan, generando el aumento de la cantidad de malezas difíciles. Y en este punto puede verse otra mejora que nos permite el ahorro que genera el selectivo, y que es combinar más modos de acción usando productos más caros, que antes eran prohibitivos».
Todo esto, además de un ahorro, conduce a lograr una mejor situación de malezas en el lote, porque se hacen las aplicaciones de manera más adecuada.
«Otro beneficio de las aplicaciones selectivas es que, cuando se hizo un barbecho en cobertura total o selectiva y se nos escapan algunas malezas grandes —cosa que pasa a la salida de un cultivo, o porque se alquila un campo tarde, o sencillamente hubo un escape—, nos da la posibilidad de hacer un repaso con desecantes o con otros modos de acción, y que ese repaso, ahorrando arriba del 90 % del producto, permite controlar las malezas grandes escapadas y que no semillen».

Otra mejora que aparece con el uso de las selectivas es que, como se trata de una tecnología de precisión, obliga a estar más encima de los pulverizadores: que estén más controlados, más calibrados y más auditados. Con lo cual, esas pulverizadoras están en mejores condiciones que las que no tienen esta tecnología. «Es decir, esta mejora no la hace la tecnología per se, pero nos obliga a ello y a estar también con mayor comunicación con los operarios, aspecto que muchas veces es una falencia: la comunicación entre productor, asesor y operario de la pulverizadora», resalta.
Aminora el avance de las resistencias
Todas estas mejoras en las aplicaciones hacen que aminore el avance de las resistencias en los sistemas donde estamos usando la tecnología, afirma Esteban.
«Muchas veces se habla de la ‘bala de plata’ en referencia a un herbicida que anda muy bien para una maleza, como podría ser el Cletodim para raigrás o el 2,4-D para crucíferas. Y así ocurrirá que, como se trata además de un insumo que no es tan caro, lo usamos profusamente y sin otro principio de acción, y ello nos llevará a generar resistencias. Por ello, la verdadera bala de plata es el conocimiento y el manejo del sistema en su conjunto, desde los agrónomos, los operarios, los especialistas y el productor».
Y por último, de acuerdo con Bilbao, es necesario entender que las decisiones que se tomen hoy llevarán a mejorar el futuro, y cuanto antes y mejor comencemos a manejar las malezas, menos problemas tendremos en dos, tres, cuatro o más años.
Otro que contó sus experiencias con las aplicaciones dirigidas fue Lisandro Monchietti, que trabaja en Río Primero y Almafuerte, Córdoba. «Armamos un pulverizador con 19 metros de botalón para trabajar en nuestros cultivos y ofrecer el servicio como contratistas.»

Para más detalle, consigna que hacen unas 19.000 ha/año por campaña en cultivos de maíz, soja y trigo, y que notan un ahorro de producto del 82 al 84 %. «Asimismo, destaco otros ahorros en agua, en consumo de gasoil y en equipo. Todo es, para nosotros, de gran importancia», afirma Lisandro Monchietti.
Con los drones
En los últimos tiempos, como una alternativa para hacer pulverizaciones dirigidas de fitosanitarios, se emplean drones. En este aspecto, Giuliano Roatta, Ing. Agr., especialista en drones agrícolas y gerente del área de investigación y desarrollo de la empresa Tekron, del grupo Akron, afirmó:

“En la actualidad observo que aumenta el uso de las aplicaciones selectivas o dirigidas a los sectores enmalezados en los lotes, y así se reduce el consumo de químicos sin perder la capacidad de control en sus tratamientos. Con esta forma de trabajo se bajan costos y se evita la deriva, con lo cual estamos mejorando notablemente todo lo referente al ambiente”.
“En esto hay muchas tecnologías en uso y, en mi caso, trabajo en identificar la maleza con imágenes que se sacan con el dron Mavic, que lleva una cámara multiespectral que mide el índice verde. De esta manera nos dice en qué lugar del lote está la maleza para luego poder tratarla. La misma cámara también puede identificar la sanidad del cultivo: si tiene enfermedades, si está comida por algún insecto. Por esto decimos que es una cámara con muchas funciones.”
Las fotos son cargadas en una computadora, y allí se define un mapa con la ubicación de las malezas y qué dosis se requiere para su control. “Esa prescripción la llevamos a una máquina terrestre o a un equipo de aplicación aérea. Esto ayuda mucho a disminuir el consumo de agroquímicos y a hacer más eficiente el proceso de producción.”
Haciendo este tipo de aplicaciones, Giuliano afirma que se ahorra entre un 70 y 75 % del consumo de líquidos. «Condición que es muy importante, por ejemplo, antes de la siembra, cuando vemos verde en el lote y nos preguntamos si es mejor aplicar o no. La decisión se toma de manera más segura, ante la baja de costos en agroquímicos y aplicaciones más efectivas, a menor costo, pero con mayor calidad.”
Esta mayor calidad tiene relación con que el dron aplica desde una determinada altura y sus hélices forman un vórtice que hace que los impactos lleguen por encima y por debajo de la hoja, penetrando mejor en el cultivo.
“Por otra parte, poder cambiar el tamaño de gota durante el vuelo, debido a que el dron trabaja con rotor, aumenta la calidad de aplicación, siempre que sepamos dónde queremos llegar. Por ejemplo, si queremos llegar a la parte inferior del canopeo, disminuyendo el tamaño de gota podemos mejorar la calidad de aplicación”, comenta.
La tecnología de aplicaciones dirigidas con drones se utiliza profusamente en áreas de las provincias de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires, pertenecientes a la zona núcleo.
“Estuve haciendo ensayos en Tucumán para controlar una maleza que crece en el cultivo de caña de azúcar, llamada tupulo, y que es uno de los principales desafíos para el sector. En su crecimiento le gana en altura —supera los 2 m— a la caña, característica que hizo posible que la identificáramos con Mavic para luego realizar el tratamiento de control efectivo con el dron aplicador.”
Visión de las empresas
También brindó su opinión Carlos Palmieri, gerente general de Jacto Argentina: “Se está expandiendo mucho la aplicación dirigida con el uso de drones mapeadores, y existen nichos donde esta tecnología anda muy bien como complemento del pulverizador. En zonas de lotes chicos y de grandes distancias”.

Luego, explica: “Cuando las distancias entre los lotes son grandes, es difícil que la máquina llegue a tiempo. Además, todo el movimiento es para hacer un lote que resulta más bien pequeño para una pulverizadora autopropulsada de un contratista. Por ello, en este contexto, es beneficiosa la agilidad que ofrece el dron para hacer 100 hectáreas por día. En general, son lotes de maíz para la hacienda, trigo, sorgo, girasol, y también soja”.
Como ejemplo del impulso que esta tecnología está ganando, comenta que ya existen varias empresas que ofrecen el servicio de hacer mapas mediante el uso de diferentes drones como el Mavic, provistos con cámaras multiespectrales, que luego se llevan a pulverizadoras autopropulsadas, equipadas mínimamente con cortes por secciones en sus barras de pulverización o, en la mejor situación, máquinas más modernas, con cortes pico a pico.
“De esta manera hacen aplicaciones por puntos específicos, donde se ubica la maleza, sin llegar a la presión de un equipo de aplicación dirigida o selectiva de alto costo”.
De acuerdo con el directivo, esta es otra forma de trabajo que están adoptando los productores de buena parte de la pampa húmeda: en el sur de Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires, y también La Pampa y Entre Ríos. Sin llegar a hacer aplicaciones con equipos selectivos o dirigidos, que se adaptan mejor a un uso exhaustivo en campos que lo ameritan, como en el NOA o en algunas regiones de la pampa húmeda.
“Entonces, con este sistema, se hace un mapa con alta precisión, pero para aplicar en un ancho mayor de lo que consigue hacer un selectivo con sensores o cámaras, en cuanto a la dimensión de la ‘baldosa’ definida para esta aplicación, lo cual alcanza para detectar una maleza o bien escapes de plantas de soja en un futuro cultivo de trigo. Entonces, para un pulverizador de 30 m o 40 m de ancho de barra, hacen una baldosa de 4, 6 u 8 metros de ancho, en tanto que un equipo de aplicación selectiva trabaja con mayor precisión al definir cuadrados de tan solo 25 centímetros de lado.”
Los mapas con drones ya se pueden usar para hacer prescripciones acotadas a una baldosa de aplicación, por ejemplo de 35 cm, y usarlos en un pulverizador moderno que tenga corte pico por pico separados a 35 cm. Pero: “Todavía el trabajo de hacer el vuelo, bajar los mapas, procesar la información y generar una prescripción con ese nivel de dimensión de área mínima termina siendo lento cuando se piensa en muchas hectáreas, sobre todo cuando se va a utilizar en una máquina que tiene capacidad de pulverizar más de 1000 ha por día», cierra Carlos Palmieri.
Con las plataformas digitales
«Xarvio Field Manager es la plataforma digital de BASF que complementa las soluciones que brindamos desde la empresa para ayudar al productor en todo lo referente a herbicidas, fungicidas e insecticidas para los cultivos, tratamiento de semillas y semillas como los híbridos de maíz, girasol y soja», explica Pablo Provera, responsable del área de soluciones digitales de BASF y de Xarvio Argentina.

Desde la misma plataforma se puede analizar el stand de malezas con los sistemas dirigidos de aplicación de herbicidas, con ahorros de estos insumos de algo más del 60 %. También, en todo lo que es nutrición de cultivos y siembra variable, cuenta con módulos que optimizan la ambientación en agricultura de precisión, dejando de mirar el lote de alambrado a alambrado y pasando a observarlo en píxeles, tomando decisiones en base a mapas que indican valores de índice de área foliar.
«En este sentido, el mapeo digital de malezas lo brindamos al productor a través de un vuelo de dron. Las imágenes que se toman se suben a la plataforma de Xarvio Field Manager, que las procesa en menos de 24 horas y devuelve un ortomosaico —la unión de todas las fotos que sacó el dron».
También devuelve un mapa de infestación de malezas que informa sobre su ubicación y el mayor o menor nivel de cobertura, además de la prescripción sectorizada de herbicidas. Este archivo se descarga para ser utilizado con cualquier marca de pulverizadora o dron aplicador (cubrimos más del 90 % de monitores de pulverizadoras que hay en Argentina), explica Provera.