sábado, abril 26, 2025
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Estados Unidos se está convirtiendo en el mayor paraíso fiscal del mundo



NUEVA YORK. Donald Trump está convirtiendo vertiginosamente a Estados Unidos en el mayor paraíso fiscal de la historia. Basta con observar el mandato del Departamento del Tesoro de retirarse del régimen de transparencia que comparte las identidades reales de los propietarios de empresas; la retirada de la administración de las negociaciones para establecer una Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cooperación Tributaria Internacional; su reticencia a aplicar la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero; y la gigantesca desregulación de las criptomonedas.

Esto parece ser parte de una estrategia más amplia para socavar 250 años de salvaguardias institucionales. La administración Trump ha violado tratados internacionales, ha ignorado conflictos de intereses, ha desmantelado controles y equilibrios y ha confiscado fondos asignados por el Congreso. La administración no está debatiendo políticas; está pisoteando el estado de derecho.

Pero a Trump le encanta un impuesto: los aranceles a las importaciones. Parece creer que los extranjeros están pagando la factura, proporcionando así el dinero para reducir los impuestos a los multimillonarios. También parece creer que los aranceles eliminarán los déficits comerciales y harán que la fabricación regrese a Estados Unidos. No importa que los aranceles los paguen los importadores, haciendo subir los precios internos, y que se impongan en el peor momento posible, justo cuando Estados Unidos se recupera de un episodio inflacionario.

Por otra parte, la macroeconomía elemental muestra que los déficits comerciales multilaterales reflejan la disparidad entre el ahorro interno y la inversión nacional. Los recortes fiscales de Trump para los multimillonarios aumentarán la brecha, porque los déficits reducen el ahorro nacional. Por lo tanto, irónicamente, políticas como los recortes fiscales para los multimillonarios y las corporaciones aumentan el déficit comercial.

Desde Ronald Reagan, los conservadores han afirmado que los recortes fiscales se amortizan solos al impulsar el crecimiento económico. Sin embargo, no funcionó así con Reagan, ni tampoco con Trump durante su primer mandato. La investigación empírica confirma que los recortes impositivos para los ricos no tienen un impacto mensurable en el crecimiento económico o el desempleo, pero sí aumentan la desigualdad de ingresos de forma inmediata y persistente. La propuesta de prórroga de la Ley de Reducción de Impuestos y Empleos de 2017 -los mayores recortes de impuestos corporativos en la historia de Estados Unidos- añadiría alrededor de 37 billones de dólares a la deuda nacional de Estados Unidos en los próximos 30 años, sin alcanzar el impulso económico prometido.

Trump también está empeorando el déficit comercial a nivel microeconómico. Estados Unidos se ha convertido en una economía de servicios. Entre sus mayores exportaciones están el turismo, la educación y la sanidad. Pero Trump ha socavado sistemáticamente cada uno de estos sectores. ¿Qué turista, estudiante o paciente querría venir a Estados Unidos sabiendo que podría ser detenido arbitrariamente y retenido durante semanas? El debilitamiento de las principales instituciones educativas de Estados Unidos, la cancelación arbitraria de visados para estudiantes y la desfinanciación de la investigación científica han arrojado una profunda sombra sobre estos sectores críticos.

El enfoque estratégicamente erróneo de Trump ya está resultando contraproducente. China es uno de los mayores socios comerciales de Estados Unidos, del que depende para importaciones críticas. China ya ha tomado represalias. El miedo a la estanflación -una mayor inflación combinada con un crecimiento estancado- ha golpeado los mercados bursátiles y de bonos. Y esto es solo el principio.

Gracias al Departamento de Eficiencia Gubernamental de Elon Musk, los ingresos fiscales podrían desplomarse más de un 10% este año debido a una implementación y un cumplimiento más débiles. Una reducción de unos 50.000 trabajadores del IRS supondría 2,4 billones de dólares de ingresos no percibidos en los próximos diez años, comparado con el aumento proyectado de 637.000 millones de dólares en virtud de las disposiciones de la Ley de Reducción de la Inflación que pretendían aumentar la plantilla del IRS. La agenda está clara: no solo tasas impositivas más bajas para los ricos, sino también una implementación más débil.

En un mundo en el que el capital y los individuos ricos pueden cruzar libremente las fronteras, la cooperación internacional es la única forma de que los gobiernos garanticen que las empresas multinacionales y los ultrarricos tributen de forma justa. En este contexto, interrumpir la implementación de la recopilación de datos sobre los propietarios reales, tolerar los mercados de criptomonedas que favorecen el anonimato y abandonar el proceso para concluir una nueva convención fiscal de las Naciones Unidas y un impuesto mínimo global revelan un patrón deliberado: desmantelar los marcos multilaterales destinados a combatir la evasión fiscal y el lavado de dinero. La “pausa” en la aplicación de la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero indica que a Estados Unidos ya no le importan ni siquiera los sobornos y los chanchullos.

Lo que estamos presenciando es un aparente intento por parte de Trump, Musk y sus compinches multimillonarios de forjar un tipo de capitalismo modelado según las zonas ilícitas del mundo offshore. No es solo una revuelta fiscal; es un ataque sin cuartel a cualquier ley que amenace la acumulación extrema de riqueza y poder.

En ninguna parte esto es más evidente que en su abrazo de las criptomonedas. La explosión de bolsas de criptomonedas, casinos en línea y plataformas de apuestas no lo suficientemente regulados ha impulsado la economía ilícita global. Bajo el gobierno de Trump, el Departamento del Tesoro ha levantado las sanciones y regulaciones sobre las plataformas que complican las transacciones. Trump incluso ha firmado una orden ejecutiva para establecer una “reserva estratégica de criptomonedas” y ha celebrado la primera cumbre de criptomonedas de la Casa Blanca. El Senado de Estados Unidos siguió su ejemplo, eliminando una disposición que les habría exigido a las plataformas de criptomonedas identificar a los usuarios y brindar información sobre ellos.

Trump, que emitió una polémica moneda meme y pronto podría lanzar un videojuego basado en criptomonedas a imagen y semejanza del “Monopoly”, ha instalado a un experto en criptomonedas al frente de la Comisión de Bolsa y Valores. Paul Atkins es miembro de un grupo político que aboga por los criptoactivos y los sistemas financieros no bancarios.

Las criptodivisas se basan en una cosa: el secreto. Tenemos monedas perfectamente buenas: el dólar, el yen, el euro y otras. Y tenemos plataformas comerciales eficientes para comprar bienes y servicios. La demanda de criptomonedas surge del deseo de ocultar dinero. Las personas implicadas en actividades indignas, como el lavado de dinero y la evasión y elusión impositiva, no quieren que lo que hacen se pueda rastrear fácilmente.

El resto del mundo no puede quedarse de brazos cruzados. Hemos visto que la cooperación mundial puede funcionar, como demuestra el impuesto mínimo global del 15% sobre las ganancias de las multinacionales, que hoy están introduciendo más de 50 países. Al interior del G20, el consenso forjado el año pasado bajo la conducción de Brasil exige que los multimillonarios paguen lo que les corresponde.

Estados Unidos se ha distanciado de los acuerdos internacionales, pero, paradójicamente, la ausencia de su diplomacia puede contribuir a fortalecer las negociaciones multilaterales para lograr un resultado más ambicioso. En el pasado, Estados Unidos exigía que se debilitara un acuerdo (normalmente, para beneficiar a uno u otro interés especial), pero al final se negaba a firmarlo. Esto es lo que ocurrió durante las negociaciones de la OCDE sobre la fiscalidad de las empresas multinacionales. Ahora, el resto del mundo puede ponerse manos a la obra para diseñar una arquitectura fiscal global que sea justa y eficiente.

Abordar la desigualdad extrema a través de la cooperación internacional y de instituciones inclusivas es la alternativa real al autoritarismo creciente. El autoaislamiento de Estados Unidos crea una oportunidad para reconstruir la globalización sobre bases verdaderamente multilaterales: un G-menos-uno para el siglo XXI.

PROJECT SYNDICATE. Abril, 2025



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