Si querés mejorar, aprender o perfeccionar la forma de hacer pollo a la parrilla, tenés que saber que hay secretos que pueden marcar significativamente la diferencia. Hay que saber dominar los tiempos y las técnicas, no solo es ponerlo al fuego y que se cocine.
Todos los elementos y procedimientos previos a empezar la cocción hasta el momento de servirlo suman para poder hacer un plato gastronómico único. Conocé lo que podés hacer para dejar a todos impactados con un buen pollo a la parrilla.
Uno de los aspectos más importantes es la marinada. Dejar reposar el pollo en una mezcla de ingredientes aromáticos permite que la carne gane sabor y suavidad. Una base ácida, como jugo de limón o vinagre, combinada con hierbas frescas y aceite, resulta ideal para ablandar las fibras.
Para mejorar la textura, también se puede colocar manteca o aceite bajo la piel antes de llevar el pollo al fuego. Esta técnica hidrata la carne y permite que la piel quede crocante sin resecarse.
El fuego debe mantenerse estable durante toda la cocción. Evitar el calor extremo es esencial para que el interior quede jugoso sin quemar el exterior. La cocción lenta favorece una textura pareja y permite que se desarrollen los sabores sin apresurarse.
Una vez listo, sumar un detalle final puede marcar la diferencia. Unas gotas de jugo cítrico o un glaseado liviano realzan los sabores y dan brillo a la piel. Servir el pollo con hierbas frescas y vegetales asados como guarnición es una elección simple que eleva cualquier parrillada.
Dominar la técnica no requiere secretos imposibles, sino atención a los detalles. Con una preparación cuidada y un fuego controlado, cualquier asador puede alcanzar el punto justo de un clásico que nunca falla.
