Mauro Gabriel Carballo tiene 40 años. Sus últimas dos décadas están rodeadas por ese halo que suele envolver a los mitos. Desde el domingo pasado a la madrugada, cuando fue atrapado cuando intentaba escapar junto a tres cómplices tras el millonario golpe contra Tienda Los Ángeles, en plena peatonal de la Capital cordobesa, su nombre volvió a activarse entre los policías de antes y los de ahora.
Criado en la segunda sección de barrio José Ignacio Díaz, hace tiempo que abandonó la periferia de la ciudad. Trocó aquellas casas a medio camino entre la clase media y la baja para codearse con los residentes en countries de Camino a 60 Cuadras y los habitués a restaurantes de precios elevados, no sólo de la Capital sino en el valle de Punilla, donde comenzó a viajar con cada vez mayor frecuencia.
En su planilla prontuarial, figuran algunos robos y una tenencia ilegal de armas, pero ninguna condena.
Aunque no es allí donde se escribe la parte más importante de su historial delictivo, sino en los recuerdos de aquellos que tuvieron que perseguirlo por otros casos.
A Carballo lo sindican como un discípulo de Ramón “el Zurdo” Asís, un delincuente cordobés que hizo estragos en la exclusiva zona de Nordelta, Buenos Aires, entre otros tantos golpes que se le adjudican. A fines de 2016, junto a otros tres ladrones, Asís alquiló una lujosa vivienda y se encargó de mostrarse por toda la zona en autos más que caros. De esta manera, nadie imaginaba que los flamantes vecinos eran los mismos que de noche, cuando los propietarios no estaban, ingresaban en esas casas para llevarse dólares, pesos y mucho oro. Una cámara interna, de una de las víctimas, permitió atraparlos. Fueron condenados, pero hace ya un año que “el Zurdo” volvió a las calles de Córdoba.
Aquellos investigadores que supieron perseguirlo por otras causas no dejan de mencionar a Carballo como uno de sus mejores alumnos. Relatan una vez que lo allanaron y se toparon con que en la casa tenía un Peugeot 308 descapotable, dos motos BMW, una lancha y otras dos camionetas. Además de varias escrituras. Incluso, sospecharon que Carballo era el verdadero dueño de una flota de decenas de taxis, conjetura que nunca la Justicia logró comprobar.
Carballo, al igual que Asís, no es sindicado como un “pistolero” sino que aparece señalado como un delincuente prolijo, de “escruches” millonarios: golpes planificados al detalle contra negocios, bancos o viviendas en la que no hay moradores. O sea, robos sin armas ni tiros.
La misma modalidad que se utilizó el domingo pasado a la madrugada contra el local comercial de Tienda Los Ángeles ubicado en Rivera Indarte 166, en pleno centro de la ciudad de Córdoba. La causa ya pasó por tres fiscales: primero la tomó Marcelo Fenoll, de turno el fin de semana en la Unidad Fiscal de Atención Inmediata (Ufai). La envergadura del caso no hizo dudar al funcionario judicial, que llegó al lugar y se ocupó personalmente de que todo el dinero secuestrado fuera contabilizado y registrado.
El lunes, otro fiscal de la Ufai, Guillermo González, tomó el control y, tras analizar el expediente, entendió que era necesaria una compleja investigación. Por esto, el caso finalmente quedó en poder del fiscal José Mana.
Cuatro atrapados y el secuestro de 52 mil dólares, 1.750 euros y 2.880.000 pesos pueden hacer pensar a un desprevenido que el caso fue resuelto. Pero lejos está de ser así.
La Justicia y los investigadores policiales saben que la banda tuvo otros cómplices: alguien debió haber estado esperándolos esa madrugada en algún vehículo para poder escapar, y alguien más tuvo que filtrarle los datos finos que los delincuentes tenían. No se trató de un golpe decidido de un momento a otro, sino que todo indica que hubo una planificada logística en el medio.
Por eso, desde el domingo temprano un grupo de investigadores está revisando cada cámara ubicada en esa zona del Centro de la ciudad. También se ha ordenado peritar los teléfonos celulares de los detenidos y comenzar a rastrear sus contactos. El hilo, se presume, puede llevar a sorpresas importantes.
La reconstrucción, hasta ahora, indica que los ladrones ingresaron por un amplio local de Colón al 30, hoy vacío. Luego, treparon al techo de un edificio contiguo y desde allí caminaron hasta otro complejo abandonado aledaño a Tienda Los Ángeles. Saltaron a un patio interno desierto y desde allí ingresaron, a través de un ventiluz, a su objetivo. De manera prolija, cortaron los cables de la alarma conectada al servicio de una empresa de seguridad, aunque aún se intenta descifrar por qué a esta no le llegó ningún alerta por la abrupta interrupción.
Tenían escaleras telescópicas y un arsenal de herramientas, entre las que sobresalía una amoladora. Pero no les hizo falta: fueron a una oficina y tras revolver (¿o acaso lo simularon?) encontraron la llave de la caja fuerte. La mochila que habían llevado les quedó chica para semejante cantidad de billetes, por lo que tuvieron que tomar una bolsa de la propia tienda, a la que también llenaron de dinero. Los investigadores no dejan de resaltar esta contradicción: tanta planificación y se quedaron cortos con el bolso para llevarse el botín.
Pero algo falló. Un guardia de seguridad privado apostado en la galería Muñoz, al frente, oyó ruidos extraños y llamó a la Policía. Al parecer, la banda tenía el dato de que ese guardia esa noche no iba a ir a trabajar. Se equivocaron.
Cuando los primeros policías del Cuerpo Especial de Vigilancia llegaron al lugar y treparon al techo, iluminaron el patiecito del edificio contiguo abandonado. Y allí encontraron tres siluetas que ni atinaron a escapar. “Fue medio decadente que los hayan atrapado así”, graficó un pesquisa al momento de valorar la caída de la banda. Señalaba, de este modo, la contradicción entre la logística empleada y la forma en la que fueron descubiertos.
Al cuarto ladrón, lo capturaron cuando intentaba descender por la peatonal San Martín.
Además de Carballo, quedaron detenidos Jorge Oscar Villacorta (43, de La Calera, investigado por drogas), Franco Martín Cangioli (42, de Alta Córdoba, con causas por robo) y José Fernando Álvarez (48, de barrio Kennedy, con causas por robo). Este último fue el capturado en San Martín y Colón.
Suculenta tentación
Aunque no quedó escrito en el expediente, las fuentes consultadas aseguran que, sabiéndose perdidos, los delincuentes le ofrecieron a uno de los policías que se quedara con la mochila llena de billetes y los dejara escapar. “Mirame los borceguíes”, les respondió el agente mientras señalaba sus botas gastadas. “Soy pobre pero honesto”, terminó la frase. Este policía, cuya identidad no se reveló, se quedó junto a ellos y el dinero hasta que llegó el fiscal. Se aseguró que nadie más fuera tentado allí.
En el interior de la tienda, los ladrones habían roto unos candados, a los que ya habían reemplazado para simular que nada raro había pasado.
Entre las 3 y las 12, el operativo policial se concentró allí mismo. Un hombre que justo a esa hora caminaba por la peatonal fue captado como testigo. Tuvo que quedarse esas nueve horas allí, mirando cómo los policías y el fiscal contaban con una máquina el dinero recuperado. Ya cansado, el testigo se permitió una humorada cuando unos billetes volaron hacia sus pies: “Fiscal, la plata se quiere venir conmigo”
El monto, diría después el contador de Tienda Los Ángeles, coincidiría con lo que el negocio tenía guardado de los últimos días sin actividad bancaria por la Semana Santa. Si bien en un primer momento trascendió que los ladrones se habían alzado con 37 millones de pesos, el registro oficial indica, hasta ahora, que la suma ascendería a 11 millones en diversas monedas. Los investigadores están seguros de que los ladrones querían llevarse más dinero. Pero aún dudan si realmente se recuperó todo el botín que habían alcanzado a sacar.
Los 4 detenidos
Capturados. Fueron atrapados por la Policía durante la misma madrugada.
El texto original de este artículo fue publicado el 11/04/2021 en nuestra edición impresa.