A menos de una semana de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, el empresariado cordobés con alguna conexión económica, financiera o de mercado con el país del norte, pone su atención en qué podría ocurrir con la relación bilateral, según quien gane las elecciones.
Si bien el intercambio de mercadería entre los dos países es limitado, en función de que aquella nación produce la mayor parte de los productos exportables de nuestro país –en particular soja, maíz y aceites–, existe una relación larga y extendida por la presencia de empresas norteamericanas en Argentina.
Es conocido el caso de que Ford, por ejemplo, desembarcó en Buenos Aires en 1913 y que en 1917 instaló aquí su primera fábrica del modelo T de América Latina.
Desde allí hasta mitad de la década pasada, las empresas estadounidenses no dejaron de arribar e invertir. Sólo un puñado de argentinas consiguieron tener masa crítica de negocios como para abrir centros de distribución en aquellas tierras. La cordobesa Arcor, por ejemplo, cuenta con una oficina comercial en EE.UU y vende productos ahí, el paraíso de las golosinas.
Sí existen más compañías argentinas que cotizan en la Bolsa de Nueva York, con títulos que desde las elecciones Paso resultaron agitados por la política interna y la posibilidad del default, situación despejada en parte mediante el acuerdo con los bonistas. Falta aún arreglar con el FMI.
La celeste y blanca
A ese lote de empresas, como las financieras Macro, Galicia, Supervielle y BBVA Argentina, se agregan las energéticas YPF, Edenor, Pampa, TGS y Central Puerto, por citar algunas.
También otras grandes como Irsa, Loma Negra, Tenaris, Ternium y Corporación América.
En el rubro tecnológico y de telecomunicaciones, al grupo lo encabezaba Telecom Argentina, pero luego se sumaron Mercado Libre, una de las estrellas en ascenso, Globant y Despegar.
Hay más, pero estas ADR, como se dice en la jerga de los mercados, sirven para marcar la presencia argentina en Wall Street.
Los ladrillos “yankees”
Con instalaciones físicas, plantas industriales u oficinas en Córdoba la marquesina ofrece nombres rutilantes aunque no son demasiadas las empresas.
Ahí están la fábrica de correas Dayco, los silos de Bunge y Cargill, y las instalaciones de Stoller, la embotelladora de Coca-Cola (a través de una subsidiaria), los locales de McDonald’s o los cines Sunstar y el Sheraton (en pausa por el Covid-19).
Todas están a la vez asociadas a la Cámara Argentino-Norteamericana de Comercio (Amcham), organización que incluye a empresas nacionales que interactúan con ese ecosistema.
Precisamente Amcham publicó un dossier especial con las elecciones en EE.UU. bajo el título “Trump vs. Biden, macropolítica y agenda económica pos-Covid”, donde se alude al futuro de la relación con Argentina gane quien gane.
Esa parte del trabajo cuyo autor es Luis María Savino, titular de la Fundación Centro de Estudios Americanos (CEA) señala con claridad que la evolución del vínculo depende más de la política argentina que de quien ocupe el sillón de Washington.
“No es de esperar que los resultados de las elecciones en EE.UU. alteren de fondo las políticas sobre China, Venezuela o Cuba, “ya que hoy por hoy podemos considerarlas políticas de Estado”, dice el dossier.
“Si bien la Argentina perdió la oportunidad, como la tuvo recientemente, de ser el principal faro de atracción que ilumine tendencias regionales, por su relevancia económica y poblacional, y en el presente contexto internacional, nuestro país puede ser aún observado con cierto interés”, introduce el informe.
Uno, el otro y China
Tras recordar que Trump “dosificó el comercio mediante la aplicación de aranceles y sanciones como mecanismo para definir una nueva red de alianzas, un nuevo sistema de amigos y enemigos” y también llevó a EE.UU. a tener una mirada crítica sobre los organismos internacionales en el ámbito del comercio.
Y allí llega la primera advertencia. Con iniciativas como América Crece y Regreso a las Américas, Trump impulsa la radicación de empresas y un plan de ayuda financiera de organismos internacionales “a fin de limitar el avance desmedido de China en la Región”.
Esas políticas, “aseguran que, ante la nueva situación institucional del BID, promoverán inmediatamente la ampliación crediticia para direccionarla especialmente al sector privado de la región en donde la Argentina sería tenida en cuenta”, evalúa Savino.
Por el lado de Biden, el análisis sostiene que también está la intención de darle un mayor soporte financiero en la región y a la generación de acuerdos de inversiones. “Biden ha declarado que lo que no haga Estados Unidos en el ámbito del comercio internacional, China lo hará”, menciona.
Aparece Venezuela
El trabajo también marca las diferencias entre Trump y Biden en otros temas, pero señala que en ambos casos el crecimiento del país tanto a través del apoyo al sector privado “para que incremente el comercio y sus inversiones” como por apoyo financiero “de gobierno a gobierno a través de organismos internacionales”, se necesita una condición a priori.
“Es que la Argentina –indica el informe para Amcham– exhiba una clara voluntad de no permitir el avance de China, más allá de sus lógicas y naturales necesidades comerciales”, enfatiza.
Reclama, además, una “contundente posición argentina” ante los problemas presentados “por el eje de Cuba, Venezuela y Nicaragua en la región” y especialmente en la necesidad de “lograr una real democratización de Venezuela”.
Por esto, concluye el análisis que circula entre empresas y empresarios, la clave para la materialización de las oportunidades en materia crediticia y de inversión “no estaría en la política exterior de los Estados Unidos; la incógnita que suena fuerte es otra: ¿la Argentina querrá aprovecharlas?”, concluye.