Como una contraseña generacional, la palabra Pumper Nic abre el ingreso a recuerdos coloridos y felices: los de niños que en los años 70 y 80 descubrían una manera divertida de ir a comer y los de adultos que, arrastrados por sus hijos , se animaban a ese almuerzo autogestionado.
Detrás de esa memoria fue la periodista Solange Levinton cuando se preguntó qué habría pasado con aquella empresa asociada a la felicidad infantil.
El resultado es el libro Un sueño made in Argentina. Auge y caída de Pumper Nic, que acaba de ser publicado por Libros del Asteroide después de ganar el III Premio de No Ficción de esa editorial española.
La historia de Pumper es un retrato perfecto de la Argentina. El empresario Alfredo Lowenstein, hijo de uno de esos inmigrantes esforzados y exitosos de manual, descubrió en uno de sus viajes a Estados Unidos que sus hijos disfrutaban mucho de comer hamburguesas. Tanto, que pensó que era una buena idea copiar aquí esa mecánica de producir y vender comida en pocos minutos.
Lowenstein no compró una franquicia sino que imitó lo que funcionaba. Desde la medida de las mesas hasta el logo de Burger King. E instaló un primer local sobre la calle Suipacha 435, a una cuadra del Obelisco.
Abrió sus puertas a las diez de la mañana del 8 de octubre de 1974, aunque la mayor parte de los argentinos la consideran una empresa de los años 80. Y ahí siguió, surfeando entre las olas de la historia argentina reciente.
«Pumper Nic también funciona como un ejemplo de supervivencia –escribe Levinton–. Hasta su desaparición a fines de la década del noventa, durante casi un cuarto de siglo logró franquear el plan de ajuste brutal del «Rodrigazo», que en 1975 llevó la inflación al 335% en un año; el terrorismo de Estado de la dictadura cívico-militar, una guerra contra Inglaterra, la fragilidad del retorno democrático, una hiperinflación anual histórica del 3.079% en 1989 y la década del gobierno de Carlos Menem, con su programa neoliberal, la paridad entre el peso argentino y el dólar estadounidense, la llegada masiva de empresas extranjeras y los altos niveles de recesión económica y desempleo».
Pumper fue un negocio redondo para mucha gente durante muchos años. Lo fue incluso cuando el país se hundía porque entendía las lógicas argentinas. Y sucumbió un poco por factores externos y otro poco por sus propios problemas. Cien por ciento argento.