En Recuperar Malvinas, las disputas por los significados de la guerra y su tardía inclusión en el campo de los derechos humanos (Siglo XXI Editores), el juez Alejo Ramos Padilla, doctor en Derechos Humanos y especialista en Administración de Justicia, detalla la historia de la lucha por la soberanía de las Islas Malvinas desde 1833 así como el incansable trabajo del Cecim para que se incluya la Causa Malvinas dentro del campo de los derechos humanos. “Malvinas forma parte de nuestra identidad nacional. Es una causa profundamente arraigada en el pueblo argentino, un poderoso sentimiento compartido que reivindica las islas y nos une como nación. En su nombre, hemos dejado de lado intereses sectoriales para encontrarnos en un sentimiento común y de pertenencia. No es solo una disputa territorial, sino una parte integral de nuestro ser nacional, de nuestras discusiones, emociones e historia”, se lee en la introducción del libro. En conversaciòn telefónica se refirió al libro y a las implicancias políticas y culturales que tiene pensar en Malvinas hoy.
–¿Cómo fue tu experiencia como abogado del Cecim (Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas)?
–Mi primer vínculo con el Cecim La Plata fue cuando ellos estaban buscando algún abogado que estuviera vinculado con las causas de Derechos Humanos y yo era el abogado de Chicha Mariani, había llevado el juicio de plan sistemático de robo de bebés y muchos otros juicios y me vinieron a buscar porque se habían quedado sin abogado. Querían que continuara con la denuncia que en su momento había hecho Pablo Vassely el Cecim en el 2007. Y en ese momento me comentaron además que había 123 tumbas que estaban en el cementerio de Darwin, enterrados como NN (soldado argentino solo conocido por Dios). Yo venía haciendo un trabajo con la gente del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) en la provincia de Buenos Aires, que tenía que ver con la identificación de los cuerpos. Además, una experiencia recogida, tal vez personal, que era haber conocido el trabajo de primera mano que había llevado adelante el Equipo Argentino de Antropología Forense en el 85 cuando se formó e hizo las primeras exhumaciones. En ese momento, mi padre (Juan Ramos Padilla) fue el primer juez que los autorizó a trabajar y con Clay Snow se formó el EAAF.
–Sí, cuando me comentan eso, yo les dije: ‘Pero ¿cómo no se trabajó en la identificación?’ Y ellos me cuentan que habían hecho algunos intentos, que habían estado recorriendo oficinas sin ser escuchados y ahí es donde yo diseño una estrategia judicial y política, para llamarlo de algún modo, un reclamo al Poder Judicial y al Poder Ejecutivo de manera conjunta y un viaje al Chaco y a Corrientes que eran las dos provincias donde había más familiares de caídos sin identificar. Lo primero que me encuentro es a Norma Gómez, hermana de un soldado que estaba en el Cementerio de Darwin sin identificar (Eduardo Gómez) y después de charlar un largo tiempo, ella decide darme un poder, al igual que ocho familias más, para llevar adelante todas las acciones posibles que permitieran las identificaciones.
Y eso nos llevó a presentar un recurso de amparo ante la Justicia Federal de Capital Federal y al mismo tiempo y el mismo día, estoy hablando de 2011, un pedido al Poder Ejecutivo Nacional. La justicia reconoció el derecho a la verdad y el derecho de los familiares a conocer el destino de sus seres queridos. Y el Poder Ejecutivo nacional al año siguiente, en 2012, tomó cartas en el asunto y le hizo el reclamo internacional a la Cruz Roja Internacional. Ese fue mi primer acercamiento con Malvinas, después yo asumo como magistrado, pero sigo muy vinculado a la causa Malvinas, especialmente a la identificación.

Alejo Ramos Padilla
Editorial Siglo XXI
–¿Pudiste viajar a las Islas?
–Sí, en 2013 viajo a Malvinas, contamos las tumbas, el número era 123, pero después verificamos que eran 122 y se empiezan a hacer reclamos internacionales, además de este reconocimiento en el orden local del derecho a la verdad. Las primeras identificaciones que hace el Equipo Argentino de Antropología Forense son en 2017 y desde entonces fue una política de estado que abarcó a los gobiernos de Cristina Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández. Las identificaciones se hicieron 35 años después. Había una enorme resistencia por algunas organizaciones vinculadas a Malvinas.
–Me refiero, por ejemplo, a la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur, que en ese momento dirigía o conducía Héctor Cisneros, que había sido personal civil de inteligencia. Había, además, una crítica muy dura al Cecim La Plata que siempre había reclamado la identificación así como que se investigaran los crímenes de guerra cometidos por los ingleses y exigían que Malvinas no fuera utilizada como una gesta para eludir la responsabilidad de la dictadura militar sobre los crímenes cometidos en el continente y en los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio.

Foto: Telam
–Un escenario difícil…
–Sí, fue muy difícil ir hablando familiar por familiar: primero fueron ocho familiares, después conseguimos que 16 familiares nos acompañaran y después de esa primer dificultad y de esos ataques que yo sufrí en el 2010, pero que este grupo de excombatientes lo venía sufriendo desde hacía mucho tiempo atrás, cuando se logra el reconocimiento judicial y el acompañamiento del Poder Ejecutivo, comenzaron a desmoronarse todos estas clases de prejuicios y las organizaciones que se habían opuesto, así como los organismos de derechos humanos, empiezan a empujar y acompañar la Causa Malvinas. A partir de entonces se empieza a utilizar algunos instrumentos que eran propios de las luchas por los derechos humanos como el derecho a la verdad, el EAAF, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA y a diferentes instrumentos y jurisprudencia que se había generado durante los años 80, 90 y 2003 y comienza la confluencia entre la Causa Malvinas y la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia.
–Este libro es producto de tu tesis doctoral, ¿no es cierto?
–Sí y con la investigación pude llegar a esta confluencia también dentro de lo que podemos llamar el campo nacional y democrático, que tiene sus orígenes en 1930 con los diferentes nacionalismos: el nacionalismo autoritario encabezado por Leopoldo Lugones; el nacionalismo democrático encabezado por Scalabrini Ortiz y Arturo Jauretche; y por otro lado, el liberalismo. La cuestión Malvinas está claramente vinculada con lo que es toda la lucha diplomática que arranca a partir del 3 de enero de 1833 y que tiene que ver con todas las reclamaciones de tipo diplomático. En el siglo XX, el Gobierno de Arturo Illia, con la resolución 2065 exhorta a los dos países a solucionar este asunto y lo enmarca como un reclamo de descolonización.

Foto: Mario Cocchi
La causa Malvinas tiene que ver con el reclamo de soberanía, con las luchas contra las invasiones inglesas en 1806 y 1807, podemos incluir también la Vuelta de Obligado, hasta el gol de Maradona a los ingleses y tiene que ver con ese sentimiento que nosotros tenemos por las islas Malvinas, por nuestra soberanía, por nuestra reivindicación, por nuestros recursos naturales: todo eso incluye la causa Malvinas. Una causa que tiene tal potencia, que fue utilizada por Galtieri para intentar sostener un régimen que ya estaba en decadencia por la violación a los derechos humanos, por su política económica y después, luego de la guerra, por el modo en que había llevado adelante este conflicto bélico.
–¿Cuál es la importancia geoestratégica de Malvinas en la actualidad?
–Lo primero que diría yo, para descartar o de algún modo desautorizar, a aquellos discursos en general, sin personalizar, que descalifican la importancia de Malvinas y hasta señalan que puede implicar un gasto, cuando en realidad lo que está de fondo es que quieren tener buenas relaciones con el Reino Unido y no quieren hacer ninguna acción que pueda llegar a incomodarlos, es que Malvinas es estratégica no sólo para la Argentina sino para toda América Latina.
En los últimos años se verificó que allí hay gas, petróleo, kril y también, los nódulos polimetálicos, que son depósitos de minerales, como litio o cobre, necesarios para el desarrollo tecnológico. O sea, ya no se dedican en Malvinas solamente a la cría de ovejas y a la pesca, que ya le daba importantes regalías, sino que además tiene recursos minerales estratégicos y es un paso fundamental entre el Atlántico y el Pacífico. Además, hay una base militar de la OTAN, que es una de las más importantes en el mundo. Por si todo eso fuera poco, ellos proyectan sus derechos sobre la Antártida, que es la reserva más importante de agua dulce del mundo.
–¿Por eso también es una causa latinoamericana?
–Claro, Malvinas se transformó en una causa nacional, del pueblo argentino desde 1833, pero también una causa que le interesa a todo el continente. No solamente por sus recursos, sino también por los ensayos militares que se desarrollan: hay armas de cuarta y quinta generación, submarinos atómicos, cuestiones que hacen a nuestra soberanía y a nuestra seguridad.
Bio
Alejo Ramos Padilla es abogado, doctor en Derechos Humanos, magíster en Derechos Fundamentales y especialista en Administración de Justicia. Desde 2021, se desempeña como juez electoral de la provincia de Buenos Aires, tras haber sido juez federal en Dolores y coordinador del Área de Investigación y Memoria de la Secretaría de Derechos Humanos del gobierno bonaerense, entre otros cargos. Dirige la Especialización en Derecho Electoral y Democracia en la Universidad Nacional de La Plata y es docente, además, en la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Atlántida Argentina. Ha participado activamente en causas por crímenes de lesa humanidad, como los juicios por la verdad, la investigación del plan sistemático de robo de bebés, el enjuiciamiento de funcionarios civiles involucrados en el terrorismo de Estado y los procesos contra Miguel Etchecolatz y Christian vonWernich. También representó a excombatientes de Malvinas e impulsó la identificación de soldados enterrados como N.N. en el Cementerio de Darwin. Como magistrado, investigó los hechos cometidos por la “Triple A”, el V Cuerpo de Ejército y la Base Naval de Bahía Blanca, así como el espionaje ilegal en la provincia de Buenos Aires. Es autor del libro Crímenes de lesa humanidad en la Argentina (2011) y Recuperar Malvinas (2024).