martes, mayo 6, 2025
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Radio a pilas, esa salvadora vintage cuando el mundo se apaga



El fósil bendito que desenterramos como oro. Cuando «las papas queman», la radio portátil es agua. Si el mundo digital se desmaya, la radio sigue despierta. Si Internet se desvanece, la nube sufre un colapso y a la electricidad le da un soponcio, ese aparatito analógico, anticuado, rancio para los streamers, se vuelve vanguardia.

Eso de que la radio nunca deja «de a pie» queda demostrado en las pequeñas hecatombes, en el apagón histórico, por ejemplo, de España: las radios experimentaron un aumento de demanda del 205%. Instagram se pobló de fotos de radios de colores, radios desvencijadas, radiograbadores fluorescentes, Walkman con AM y FM, o la simil Spica del abuelo y rondas de vecinos en bancos de plaza, unidos por la radio salvadora de algún extraño que no la había desechado.

La radio a pilas, objeto de museo, equivale a ese Renault 12, a ese Peugeot 504 al que pocos se quieren subir, no porque no lleven a destino, sino porque bajan el estatus social, rebajan la mirada del otro.

Recordemos ese apocalíptico 16 de junio de 2019. Una cascada de fallas y nos sorprendió el mayor apagón en la historia de Argentina. 50 millones de personas sin luz, baterías de celular que iban muriendo, notebook, laptop, PC imposibles de cargar. El mundo cotidiano estaba atrapado en una memoria digital. Los recuerdos, los números telefónicos de los amigos, las credenciales digitales de la obra social, los apuntes con direcciones y claves, todo preso ahí dentro… Algo poderoso se apagó y algo subestimado se encendió entonces como el gran canal de comunicación masivo sobreviviente, la radiofonía.

La Unión Europea lanza el aviso. Anima a los ciudadanos a proveerse de «un kit de emergencia» para afrontar posibles catástrofes. En ese kit, figura la radio a pilas. Un manantial de información «ante la incertidumbre». Si abandona la corriente eléctrica, tenga a mano en el placard una radio, pilas nuevas y algo de efectivo. Sí, es anti-cool, pero un socorro romántico.

Moraleja: no subestimar lo añoso. «Es increíble que en emergencias, la solución pase por volver a una de las tecnologías más antiguas. El 28 de abril, 22 millones de españoles se informaron del apagón por radio«, nos dice del otro lado del Atlántico Gorka Zumeta, periodista español estudioso del éter.

«Los teléfonos inteligentes se vuelven muy tontos. Un simple receptor a pilas demuestra que se puede estar conectado a la vida. La radio fue prácticamente el único medio que facilitó información puntual en directo», remarca Gorka. «Las cadenas Ser, Cope, Onda Cero y RNE volvieron a revalidar su título».

El streaming no salvará al mundo. Al menos no en caso de cese de energía y paranoia. Larga vida a esa máquina parlanchina que abraza, a esa caja arcaica, a ese oráculo del siglo XX que unifica cuando una interrupción masiva del suministro eléctrico nos deja desconectados.



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