lunes, junio 23, 2025
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¿Y si tomáramos en serio que los chicos no leen?



Hace seis años, los resultados de las pruebas ERCE (UNESCO) de lectura en 3° grado dejaron un dato alarmante: el 46% de los chicos argentinos no podía comprender un texto simple. Un retroceso notable si se considera que en 1997 el país ocupaba el segundo lugar en la región y en 2019 cayó al décimo, superado incluso por países con menos recursos. Este año se realizarán nuevamente las pruebas ERCE, y podremos comparar para saber si mejoramos o seguimos retrocediendo a nivel regional.

Mientras tanto, contamos con otra fuente: las pruebas Aprender. Aunque no son comparables metodológicamente con las ERCE, permiten una radiografía actual de la situación por provincia. Tras una campaña masiva impulsada desde la sociedad civil —#QueEntiendanLoQueLean— se aplicaron pruebas nacionales en 3° grado, además de las habituales en los últimos años de la primaria y secundaria.

Los resultados son elocuentes: un 30% de los estudiantes está rezagado (11% en niveles críticos), otro 25% se encuentra en proceso, y apenas el 45% alcanza niveles altos de comprensión lectora. Las brechas provinciales son profundas: mientras ocho provincias tienen menos del 8% de estudiantes en nivel crítico, otras duplican esa cifra.

¿Se está haciendo algo? Sí. En mayo del año pasado, los 24 ministros de Educación presentaron Planes Jurisdiccionales de Alfabetización y comenzaron a implementarlos. La pregunta es: ¿qué es lo que realmente funciona?

La evidencia es clara. Más allá de los factores externos a la escuela —como el nivel socioeconómico o educativo del hogar— hay condiciones educativas que sí marcan la diferencia: buena formación docente, tiempo efectivo de enseñanza, continuidad en los equipos directivos. Y en particular, en alfabetización, hay elementos clave: definir metas explícitas, establecer plazos, evaluar periódicamente y difundir resultados, no solo dentro del sistema educativo, sino también hacia las familias y la sociedad.

Algunas provincias ya están avanzando en esa dirección. Más de la mitad de las provincias han implementado acciones específicas de formación docente en alfabetización, pero pocas con propuestas robustas y de amplio alcance. La mitad de las provincias entregaron materiales pedagógicos (como libros, manuales o cuadernillos), aunque casi ninguna logró distribuirlos a inicios del ciclo lectivo, y la mayoría de las provincias realizaron evaluaciones jurisdiccionales en primer ciclo (1°, 2° o 3° grado), pero sólo 10 fueron censales permitiendo hacer un seguimiento personalizado para quienes necesitan apoyos específicos.

Entonces, ¿qué nos falta? Para lograr una mejora real y sostenida, es necesario que todos los engranajes del sistema se activen al mismo tiempo. No alcanza con realizar una sóla acción, aunque esté bien hecha. Se necesita desde el compromiso firme de los máximos líderes políticos hasta la continuidad de las políticas más allá de los ciclos electorales, pasando por la formación docente específica, la distribución de libros y las evaluaciones periódicas. Todo debe alinearse. Solo así será posible revertir esta deuda con la alfabetización. Y con nuestros chicos.



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