Los teléfonos desechables –que sobrevivieron a la gran extinción de su especie– pasaron de ser íconos del cine de espionaje a un instrumento de doble filo: sirven tanto para resguardar la privacidad como para armar una estafa sin dejar rastros.
Los llamados “feature phones”, como los viejos Nokia, se caracterizan por ser equipos elementales, sin pantalla táctil y con lo justo para hacer llamadas o mandar SMS. Pero su verdadero poder está en lo que no tienen: no están atados a una identidad y eso los vuelve invisibles.
Así, se convirtieron en el dispositivo «fantasma» para recibir códigos de autenticación y mensajes de confirmación sin comprometer la línea principal. Al no estar asociados a una identidad digital, ponen una capa extra de separación entre el usuario y los servicios.
A pesar del apodo, estos teléfonos no son para usar y tirar: cuestan unos 30 mil pesos y son más duros que los actuales smartphones. Lo de “desechables” no es por su vida útil, sino por el rol que cumplen, son móviles secundarios, perfectos para los que prefieren pasar desapercibidos, separar asuntos o no dejar huellas.
Los teléfonos fantasma con teclado físico y sin pantalla táctil.Para moverlos del radar, es posible asociarlos con SIMs virtuales, a través de aplicaciones como Google Voice, HotTelecom, RingCentral. Estos números temporales, que garantizan el anonimato, se pueden activar o eliminar en minutos, a través de la misma página desde la que se contrata el servicio.
«Los teléfonos desechables ofrecen una sensación de privacidad, pero no están exentos de riesgos. Es verdad que pueden brindar protección contra el spam y el rastreo intrusivo, pero también es un escondite para estafadores y defraudadores, quienes pueden usarlos sin dejar rastro. Por eso deben utilizarse con precaución», afirma Adrianus Warmenhoven, experto en ciberseguridad de NordVPN.
Celulares fantasmas, ideales para una dieta digital
Teléfonos ideales para proteger la privacidad.Estos dispositivos básicos hallaron un refugio impensado en los bolsillos de la generación Z, que los incorporó como parte de una ‘dieta digital’ más consciente: menos pantallas, más control. Lejos de ser un rezago tecnológico, su simplicidad terminó convirtiéndolos en un recurso de valor, impulsando una demanda que no para de crecer.
El mercado mundial de los celulares de prepago, el cual está directamente vinculado al uso de teléfonos desechables, fue valuado en 582.170 millones de dólares en 2024 y se espera que registre un crecimiento anual del 4,51% hasta 2033.
Lo atractivo de su propuesta es que brindan una forma de conexión pasiva, que los mantiene alejados del laberinto digital. Habilitan lo esencial: hacer llamadas y enviar mensajes, pero sin apps, likes ni notificaciones que interrumpan cada minuto. Funcionan como un freno de mano frente al ritmo vertiginoso de las redes sociales.
Sin embargo, esa desconexión no siempre es absoluta: muchos usuarios los combinan con otros dispositivos o eSIMs, lo que les permite mantenerse online, aunque con un control mucho más deliberado y selectivo.
Como explican algunos expertos, la privacidad que prometen puede ser solo un espejismo. A menos que se adopten ciertas precauciones -como pagar en efectivo, no usar cuentas personales, evitar apps y reiniciarlo seguido- lo que debería ser un escudo puede volverse un arma, pero del lado equivocado.
El problema es que, al usarlos sin ningún cuidado o restricción, como enviar mensajes o iniciar sesión, los rastros vuelven a aparecer y el anonimato empieza a resquebrajarse.
Los viajeros confían también en estos feature phones para sostener la privacidad en el extranjero, evitar cargos por roaming y proteger sus números principales. Ya que mantienen comunicados sin abrir la puerta a hackeos, spam o tarifas sorpresa. En aeropuertos, terminales y ciudades desconocidas, funcionan como aliados discretos que no delatan a su portador.
Incluso los padres piensan que son una opción segura y de bajo costo para contactar a sus hijos en casos de emergencia, pero ignoran que estos dispositivos pueden ser vulnerados, exponiendo información personal o incluso poniendo en peligro a sus seres queridos.
«Para cumplir con ese propósito, debes usarlo única y exclusivamente para enviar mensajes de texto y hacer llamadas de emergencia. Utilizarlos como lo suele hacer la generación Z, que instala aplicaciones adicionales, vincula cuentas o añade métodos de pago, contradice su propósito», añade Warmenhoven.
Baratos y de máxima seguridad: cuáles se consiguen y a qué precio
BLU Z5 Dual SIM 32 un móvil tan básico como seguro.Aunque existen algunos modelos genéricos, que son más económicos pero también, menos durables, lo más lógico es optar por un móvil de rango base pero de marca, como es el caso del BLU Z5 Dual SIM 32, provisto de una diminuta pantalla TFT de 1.8″, batería de 600mAh y conexión bluetooth. Cuesta 34 mil pesos.
Para quien busque algo más sofisticado, el TCL FLIP 3 es un teléfono con tapa y teclado, que viene con Wi-Fi para consultar emails, aunque no permite descargar aplicaciones de terceros. La batería de 1.850 mAh es su punto más débil. Ronda los 40 mil pesos.
Para quienes apuestan por lo clásico, el Nokia 106 (2018) es una opción más que atractiva, con un display de 1.8 pulgadas (120 por 160 pixeles) con solo 4MB de RAM y 4MB de almacenamiento y una batería de 800 mAh. Ronda los 35 mil pesos.
