Lo que comenzó con una salida entre amigos, hoy es una iniciativa que cada vez suma más personas. Burzaco Pedalea nació de una idea sencilla pero poderosa: encontrar en la bicicleta una forma de terapia. Detrás de este fenómeno están Guillermo Vera, un comerciante local y Nancy Spataro, comerciante y profesora de educación física. Ellos fueron los primeros en hacer “biciterapia” —una suerte de catarsis emocional sobre dos ruedas— y los primeros en pedalear juntos hacia Alejandro Korn, como si ese primer viaje sellara la idea.
Al otro día de la salida, Nancy creó un instagram para compartir la pedaleada. A la próxima salida, los esperaban a ella y Guillermo, catorce personas frente al colegio San José de Burzaco, que desde entonces funciona como punto de encuentro. A partir de ahí, todo creció con rapidez: hoy, apenas ocho meses después, Burzaco Pedalea convoca a más de 50 ciclistas por semana. Lejos de competir o medir kilómetros, el objetivo siempre fue claro: compartir, acompañar y construir una comunidad.
Desde el inicio, el grupo se definió por dos principios innegociables: la seguridad y la gratuidad. Realizar una actividad acompañados, sin fines de lucro. “No estamos para hacer plata, esto es para hacerle un bien a la gente”, repiten sus organizadores. Todas las decisiones se toman en conjunto por un equipo central formado por Nancy, Guillermo, Lean Petraglia y Juan Roselli. “Tenemos otros colaboradores clave como Matías o Rodri, que es mecánico, y nos dan una mano si pasa algún inconveniente con alguna bici o para ser de guías y cerradores en cada recorrido”, comunican.
La seguridad es prioridad: el uso de casco es obligatorio, se requiere tener luces y se insiste en revisar las bicicletas antes de cada salida. Para mantener el grupo unido y evitar accidentes, implementan un sistema de dos líderes al frente y dos al cierre, que se van rotando. Además, gracias a una colecta interna, lograron comprar walkie-talkies en apenas cuatro días, reforzando la comunicación durante las rutas.
Los destinos son variados y buscan equilibrar el desafío físico con el disfrute: ya pedalearon a San Vicente, por la reserva Santa Catalina, hasta Remedios de Escalada, el Obelisco, la Costanera e incluso hicieron recorridos mixtos como a Tigre, combinando tren y bicicleta. Cuando el clima no acompaña, como ocurrió en una ruta rural a Alejandro Korn, el paseo se suspende: “No hay lugar para el riesgo, la seguridad es lo primero. No podemos permitirnos fallar en nada”, aclara Guillermo.
El grupo limita la participación a mayores de 18, para garantizar el ritmo y la seguridad. La convivencia entre edades y niveles físicos es armónica: hay gente entre 18 a 72 años. En trayectos largos se enseña a pedalear en “pelotón” para protegerse del tránsito.
Lo más llamativo ocurre cuando el grupo avanza por las calles: bocinazos de apoyo, aplausos y miradas curiosas. “Hay uno de los chicos que es empleado de una estación de servicio de Burzaco. Quedó tan impresionado por la imagen de tres filas de tres bloques de bicicletas que decidió sumarse y hoy forma parte del pelotón”, cuenta Guillermo.
Lo que distingue a Burzaco Pedalea no es sólo el movimiento físico, sino el emocional. “Nos alejamos de las pantallas y despertamos los sentidos”, dice Nancy. La comunidad que se está formando se caracteriza por ser generosa y solidaria. Reciben snacks donados por comercios y mensajes desde localidades vecinas como San Vicente, Lomas de Zamora o Presidente Perón.
Incluso venden remeras del grupo —en el local de Guillermo— para mejorar la visibilidad y seguridad, y planean lanzar camperas. Todo lo recaudado se reinvierte en el proyecto. “Somos mucha gente, al poder identificarnos ayuda a mantener al grupo unido y reconocernos fácilmente”, aclaran.
El grupo ya analiza organizar charlas para que las personas conozcan los diferentes cambios que tienen las bicicletas y cómo se deben utilizar. Para sumarse a la iniciativa se puede seguir a través de sus redes sociales: @burzaco.pedalea. “Esto es algo gratis para que todos puedan hacerlo y vivir la experiencia en comunidad”, concluye Guillermo.
