Comparada a veces son Saint Tropez, es una de las ciudades más bonitas de la costa de Catalunya, en España. Construida entre el macizo del Garraf y el mar Mediterráneo, despliega sus cuatro kilómetros playas de arena blanca presididos por la iglesia de San Bartolomé y Santa Tecla.
Esta pequeña ciudad con poco más de 30.000 habitantes se encuentra 38 km al sur de Barcelona, con la que está comunicada por una excelente autopista y por trenes de Cercanías (Rodalies). Es el municipio español con mayor cantidad de puertos deportivos, entre los que destaca Port Ginesta.
Sitges, de ella se trata, ofrece varias rutas turísticas y culturales, además de sus playas. Entre sus costosas construcciones, de las más caras de España, pueden verse las que construyeron los llamados indianos.
Estos palacetes, ubicados en varios lugares del país, fueron encargados por los indianos, industriales y comerciantes que regresaron a la Península después de hacerse ricos en América.
Antes de detenerse en esas mansiones, conviene visitar la iglesia de San Bartolomé y Santa Tecla, de estilo barroco y, como dijimos, una de las imágenes más emblemáticas de Sitges.
En la iglesia pueden verse varios retablos barrocos, como el de la Virgen de los Dolores y el de San Pedro, y uno renacentista (retablo del Rosario). También, dos sepulcros góticos que contienen los restos de Bernat de Fonollar, Galceran de Ribes y Galceran de Pacs. En la zona, llamada el Baluarte, hay una réplica de un cañón del siglo XVIII.
Un artículo de National Geographic dice que “Sitges cuenta con unas 50 mansiones de indianos. Muchas de ellas aún persisten como propiedades privadas más de un siglo después de su construcción y otras han mutado en museos, hoteles boutique y centros sociales”.
Para descubrirlas recomienda caminar por el casco histórico, para conocer “las casas del barrio del Vinyet y el Paseo de la Ribera, y las callejuelas del centro. Nos quedaremos en esta última ruta donde hay de 30 mansiones en un puñado de manzanas”.
“Pasando el mercado, se encuentra la mansión neoclásica de Josep Mirabent Gatell, la ecléctica de Ferret Carreras, la Villa Remei con su barandilla de hierro forjado y su decoración de flores y la modernista de Ursicina Sanahuja, sede de la Fundación Ave María”.
Desde ese lugar, hay varias calles paralelas en dirección al mar, cada una con casas de indianos, como las de Josep Carbonell, Joan Robert Brauet y la Ballester. La calle Illa de Cuba lleva a las casas de Bonaventura Blai (hoy, hotel y restaurante El Xalet), de Antoni Ferret Llopis y de Manuel Planas. Otras casas dignas de ver son la de Sebastià Sans i Bori, transformada en el Hotel Sitges 1883, y la de Antoni Robert Camps.
Otras mansiones destacadas son la casa Pere Carreras y la de Antoni Carreras i Robert, con su alta torre-mirador. A un lado se encuentra el Casino Prado Suburense, tradicional centro de la vida social sitgetana, con una rica decoración con frisos y pinturas que recuerdan su promoción del arte.
Más mansiones: Villa Rosa con su influencia clásica, la casa de Llorenç Cardó con su estilo romántico, la ecléctica de Severià Vilella (hotel Medium Sitges Park), las novecentistas de Francesc Bartes y de Antoni Canalas.
