Bath es una encantadora ciudad inglesa que está a unas tres horas de micro de Londres. Fue fundada por los romanos en el siglo I de nuestra era, no como guarnición militar sino como santuario de aguas termales. Es decir, era un lugar claramente destinado al descanso y a la relajación en tierras hostiles. Todavía pueden verse los restos de la construcción original, en torno a la cual, en el siglo XVIII, se edificó un centro turístico para las clases altas. Si uno se pregunta por la historia de los resorts, tan de moda hoy como símbolos del veraneo all inclusive, es probable que Bath sea uno de los antecedentes más antiguos e ineludibles.
Dos mil años después, el concepto se ha sofisticado. Los resorts actuales ofrecen piscinas, playas, restaurantes, spa, entretenimiento, deportes, todo en un mismo sitio y a pasos de la habitación, preferentemente en un entorno natural y lejos de las grandes urbes. Esta condición idílica los transforma en un escenario ideal para el relato negro.
The White Lotus, la serie de Max que acaba de estrenar su tercera temporada, trabaja este tópico. Los huéspedes (turistas que llevan sus miserias en las maletas) serán desafiados por hechos discordantes con la idea de bienestar las 24 horas. Y, claro, alguno volverá a casa dentro de una bolsa de plástico negra.
Creada por Mike White (el rubio con cara de nerd de Escuela de rock, ¿se acuerdan?) y ganadora de 15 premios Emmy, The White Lotus muestra los intestinos de estas fábricas del disfrute, donde los lugareños (los operarios de la cinta de producción) también juegan su baza siniestra detrás de las sonrisas de cortesía.
Más escalofriante aún es Infinity Pool, película de Brandon Cronenberg y flamante estreno de Prime Video. La historia es sencilla: dos matrimonios que se conocen en el resort de un país lejano deciden salir del hotel a pasar un día por fuera del confort predeterminado. En la excursión, atropellan y matan a un poblador, lo que los instala en un rulo alucinante, porque la justicia local tiene una particular forma de castigo para los criminales extranjeros: la pena de muerte por homicidio se ejecutará sobre dobles exactos de los culpables, que serán creados a tal efecto.
Brandon, hijo de David Cronenberg (el director de Crash), empuja el límite del relato negro hacia la ciencia ficción y hace que el personaje principal, un escritor mediocre interpretado por Alexander Skarsgård, entre en una demoledora deriva existencial: ¿quien ha sobrevivido a la pena de muerte: él o su doble?
Tanto The White Lotus como Infinity Pool se manejan con la misma premisa: nada resulta más perturbador que una gota de sangre en el paraíso. Y uno, espectador, piensa: de resorts, ni me hablen.