La recría es un tiempo “puente” entre el ternero destetado y el novillo gordo. Es una etapa del desarrollo de vacunos que requiere alimentación, genética y sanidad adecuadas para alcanzar buenos resultados productivos y económicos. En la práctica, no siempre los ganaderos le prestan la necesaria atención y el resultado son bajos índices de ganancia diaria de peso de los terneros y magros resultados de producción de carne por hectárea. Esta problemática fue abordada por Sebastián Riffel, Mc. en nutrición animal y socio de una consultora especializada, junto con Juan Elizalde.
Recría pastoril corta
Existen diferentes tipos de recría, según ambientes y objetivos de la empresa ganadera: puede ser pastoril corta, a corral y pastoril larga, entre otras posibilidades.
“Cualquiera sea el sistema elegido, como concepto general para la recría, siempre recomiendo comprar los terneros durante la zafra, en marzo, abril, mayo y junio, en la cantidad que se va a necesitar todo el año”, aconsejó Riffel al comienzo de una charla sobre el tema organizada por Select Debernardi.
A continuación consideró el peso recomendable para el inicio de la recría. “Un peso de 180 kilos funciona bien para recría pastoril con praderas de festuca o alfalfa. En aquellos planteos que tienen posibilidad de recría a corral, pueden comprar ternero más liviano, de 140-150 kilos”, distinguió. Los terneros de 140 kilos no evolucionan bien en verdeos en otoño y pueden complicar el sistema productivo. “También se pueden comprar terneros más pesados, 200 o 220 kilos, que evolucionan muy bien, pero exigen pagar más por cabeza”. agregó.
La recría pastoril corta se puede desarrollar sobre verdeos de invierno o promociones de raigrás, normalmente de abril a noviembre. Otra recría corta es a corral, con silaje de maíz o de sorgo como base de la alimentación.
Estos dos sistemas de recría corta tienen la desventaja de vender los animales en un momento del año en el que todavía el precio del gordo no subió, lo que ocurre habitualmente en el primer semestre de cada año. “La Argentina tiene un sistema de producción que vende mucho gordo liviano de feedlot entre agosto y diciembre, que puede extenderse hasta febrero en algunos años. Entonces, todo lo que se pueda hacer desde la recría para salir a venta entre febrero y junio permite capitalizar mejores precios”, explicó.
Aclarado el punto anterior, Riffel dijo que las empresas que hacen recría pastoril corta utilizan principalmente el raigrás como verdeo de invierno en zonas con lluvias de 1000mm. “En raigrases de la provincia Entre Ríos, que quizá tiene el mejor ambiente para producir este verdeo, con registros de 10-11 toneladas de materia seca por hectárea, muchos años de evaluación muestran producciones de carne de 500 kilos por hectárea como promedio durante los seis meses de ocupación de ese pastoreo, con cargas de siete u ocho novillitos por hectárea”, argumentó.
En el oeste de Buenos Aires, los verdeos de raigrás producen la mitad -5- 5,5 toneladas de materia seca por hectárea- y las producciones de carne varían entre 250 y 300 kilos de carne por hectárea.
‘Cualquier campo de la Argentina que esté ubicado entre la ruta 226 y la ruta 5 hacia el este y hacia el sur tiene potencial para producir raigrás: Tapalqué, Alvear, Las Flores, Ayacucho, Madariaga, tienen ambientes para cultivar raigrás, sobre todo de promociones de raigrás. Eventualmente, también puede recurrirse a pasturas de festuca y tréboles”, añadió.
“En esos campos, con cargas de tres novillitos por hectárea, hemos logrado producciones de carne muy estables, del orden de los 300 kilos por hectárea y por año. Son datos más que interesantes para campos que cuestan 70-75 kilos por hectárea de alquiler”, sostuvo. Con precipitaciones de 700-800mm, en el oeste de Buenos Aires o este la Pampa, funcionan mejor el triticale y el centeno.
Recría a corral
Las recrías a corral, con base de silo de maíz o de sorgo doble propósito, funcionan muy bien, son muy predecibles, pero están más asociadas a planteos agrícolas o a empresas que están integradas verticalmente y que tienen, por ejemplo, frigoríficos exportadores.
Son esquemas de recría que tienen mayor costo de kilo producido, porque trabajan con recursos más caros, como el silaje de maíz en un campo agrícola, que se compra al costo de oportunidad como si se cosechara, no al costo de producción.
“En la recría a corral se pueden alcanzar 900 gramos a 1 kilo de ganancia diaria en el caso de que el objetivo sea producción de carne. Cuando se trata de hembras de reposición para entore precoz, hay que tratar de no superar los 800 gramos por día, porque normalmente ese animal después tiene que salir al campo y puede sufrir un bajón que, si coincide con el momento de servicio, puede ser contraproducente. Muchas empresas recrían a corral, hacen la inseminación, inmediatamente largan los animales el campo y ahí puede haber un estrés que no sería recomendable”. alertó.
Recría larga
Cuando se plantean recrías largas para novillos, el recurso forrajero básico tiene que ser pasturas, que pueden ser de distinto tipo. Por ejemplo, para la cuenca del Salado, con suelos con limitantes, hay que pensar en festuca y tréboles; festuca y lotus o agropiro con lotus. Cualquiera de esas combinaciones es válida dependiendo del ambiente. “Son pasturas que permiten hacer recría desde marzo-abril hasta diciembre-enero y no mucho más, porque su producción estival es muy baja. Se puede complementar con un verdeo o con encierre en corral de terminación en diciembre-enero, para salir con los novillos a venta tres meses después, entre marzo y abril, con 450-480 kilos”, detalló.
Con este tipo de pasturas de festuca y tréboles, en Cuenca del Salado es muy difícil superar los 500 gramos por día de ganancia de peso, de punta a punta. Esa ganancia se compone de 350 a 400 gramos por día en el periodo otoño-invierno y de 600 a 700 gramos en el periodo primaveral. “Las producciones de carne en ese tipo de ambientes normalmente dan como máximo 300 a 350 kilos por hectárea y por año si se hace todo bien, porque si no es muy común encontrarte con producciones de carne de 150-200 kilos”, advirtió el especialista.
En ambientes de mayor fertilidad, con potencial agrícola, se pueden sembrar pasturas con alfalfa. “No hay muchas empresas que lo hagan, pero las que lo instrumentan procuran rotar y mantener la fertilidad química y física del suelo o diversificar la cartera del negocio”, detalló.
Con estas pasturas se desarrolla una curva de producción mucho más larga y una oferta de forraje de mayor calidad. “Son los planteos más desafiantes, porque las pasturas con alfalfa, en campos agrícolas, tienen una producción primaveral que triplica o cuadriplica la del otoño y del invierno. Por eso, son planteos que exigen una combinación con un corral de recría o con verdeos de invierno para poder aprovechar la enorme cantidad de pasto que se produce en la primavera”, propuso. En esa estación, pueden soportar una carga de entre siete y ocho novillos por hectárea.
En primavera, esa alta carga debe comer las pasturas de alfalfa en botón floral o inicio de floración, con lo que se puede producir el 50-60% de los kilos anuales, porque a partir de enero la tasa de crecimiento y la calidad de este forraje empieza a decaer, y hay que encerrar los novillos “cabeza”. Se empieza encerrando los más pesados; en febrero se confina otra parte, normalmente el “cuerpo”, y la “cola” se encierra abril, cuando se reinicia el nuevo ciclo de compra de invernada.
Los planteos más afinados entran con los novillos a la alfalfa en prefloración, normalmente con aplicación de carminativo en la parcela, con dos o tres avances frontales por día, para cosechar todo el pasto posible. “Con el pastoreo en ese estadio se puede alcanzar una ganancia diaria de entre 900 gramos y 1 kilo por día. Si se pastorea la alfalfa más pasada, con 10% de floración, la ganancia diaria cae a 700 gramos por día’, diferenció Riffel.
‘Ese planteo, en los últimos seis años de evaluación, atravesando sequías, alcanzó entre 850 y 1000 kilos de carne por hectárea y por año en el oeste de Buenos Aires o en el este de la Pampa, resultados muy competitivos con la agricultura’, comparó.
Además, le entrega al sistema agrícola alrededor de 200 kilos de nitrógeno por hectárea y por año, que van a ser utilizados en los dos o tres cultivos posteriores, porque una parte del nitrógeno es orgánico. Entonces, por el proceso de mineralización, una parte va a estar disponible para que un cultivo lo utilice rápidamente y otra parte se aprovechará más lentamente. “Este aporte también hay que ponerlo en el resultado económico de la ganadería, porque es una fertilidad que se proporciona a los cultivos subsiguientes’, concluyó.