Las gaseosas light se presentan como una alternativa frente a las versiones tradicionales, ya que contienen menos azúcar y calorías. Están pensadas para disminuir el consumo calórico y suelen estar endulzadas con edulcorantes artificiales en lugar de azúcar.
Esta sustitución permite reducir el aporte calórico, por lo que muchas personas, especialmente quienes tienen diabetes o desean bajar de peso, las eligen.
Sin embargo, recientes investigaciones científicas advierten sobre los efectos que estos productos pueden tener en el cuerpo. Un estudio publicado en la revista Nature señala que los edulcorantes no calóricos, habituales en bebidas light, alteran la forma en que el cerebro regula el apetito y la sensación de saciedad.
Tal como señala el estudio, este tipo de bebidas pueden dificultar que la persona identifique cuándo realmente está satisfecha, e incluso también puede aumentar el hambre. El atractivo de estos edulcorantes, como el aspartamo, la sucralosa, la stevia o el eritritol, radica en que a diferencia del azúcar no aportan calorías
Es por eso que su consumo puede engañar al cerebro: al detectar un sabor dulce, el cuerpo espera recibir glucosa. Pero como esta no llega, se produce una respuesta de insulina que reduce el azúcar en sangre, lo que despierta el deseo de consumir algo dulce nuevamente.
“Cuando estás todo el día consumiendo gaseosas light, estás recibiendo constantemente edulcorantes. El cuerpo genera una respuesta insulínica como si se consumiera azúcar, pero esa glucosa no llega. Entonces la insulina guarda la que está circulando, baja la glucemia, y eso te da más ganas de comer dulce«, detalla la licenciada en nutrición Laura Romano en su canal de YouTube.
«Entrás en un círculo vicioso que puede llevarte a aumentar de peso, aunque estés consumiendo algo ‘sin azúcar’», resume la especialista. Este descenso en los niveles de glucosa, al no ir acompañado de saciedad, puede aumentar el apetito.
Además, este proceso somete al páncreas a un esfuerzo adicional, lo que podría desencadenar alteraciones metabólicas que favorecen la acumulación de peso.
Por último, el estudio de la revista Nature también vincula el uso de edulcorantes artificiales con problemas como la intolerancia a la glucosa y el síndrome metabólico. La investigación concluye que estos compuestos modifican tanto la composición como la función de la microbiota intestinal e incrementa el riesgo de desarrollar desequilibrios metabólicos.