El estreno libertario como el partido La Libertad Avanza fue bastante flojo aunque previsible, más allá de los esfuerzos de las cuentas mileístas por instalar un gran éxito. No hubo una ola violeta en las cuatro provincias ni mucho menos, sino que volvieron a triunfar los oficialismos: dos gobernadores radicales, y otros dos de pasado peronista pero, actualmente, con esquemas frentistas.
Los candidatos mileístas apenas se acercaron, en dos de las cuatro disputas, a la mitad de los votos que obtuvo Javier Milei en 2023, en la primera vuelta del comicio presidencial. Aunque tanto en Salta como Jujuy, las huestes violetas se ubicaron en un segundo puesto que puede servir de aliento, de cara a la elección nacional de octubre.
En aquél entonces, octubre del 2023, el actual Presidente obtuvo en San Luis más del 43%, en Salta el 40%, en Jujuy 37% y en Chaco casi 28%.
Estrictamente en lo provincial, no hubo ningún batacazo libertario. De un total de 92 bancas de diputados provinciales en juego, La Libertad Avanza obtuvo 10 -9 oficiales y 1 candidata mileísta que se presentó por afuera de LLA-, y de 16 senadores, solo logró 1.
La gran derrotada fue Cristina Kirchner, que pese a intervenir el PJ en Salta y Jujuy, en ambos casos realizó el peronismo una de las peores elecciones de la historia. Salvo en Chaco que consiguió un tercio de los votos, el justicialismo también recibió un duro golpe en San Luis, donde ni siquiera alcanzó el 30%.
Los comicios de este domingo estuvieron invadidos por la interna entre Santiago Caputo y Karina Milei -flanqueada por Lule y Martín Menem- por la estrategia electoral, luego de la mala performance libertaria en Santa Fe.

Aseguran que el asesor consideraba que LLA debía competir en Salta y Chaco, pero no en Jujuy y San Luis. “Las aventuras provinciales y municipales no nos importan. Mucho menos los aventureros. Siempre tenemos que privilegiar lo nacional”, es el razonamiento que le escucharon decir.
De esa manera, la sumatoria de escándalos en los que se vio envuelto el oficialismo no logró ser aplacada por los votos.
La nobel fuerza llegó a la elección en Salta, Chaco, Jujuy y San Luis con problemas en el armado y envuelta en denuncias cruzadas en distintas provincias por el presunto desvío de fondos del PAMI y Anses para fines de recaudación política, que salpica a funcionarios que responderían a los Menem.
El otro desafío sigue siendo cómo salir del laberinto en el que se metió la Casa Rosada al voltear el proyecto de Ficha Limpia con la complicidad del caudillo misionero Carlos Rovira que aportó el voto de dos senadores.

La iniciativa que impedía a Cristina ser candidata a cargos nacional por tener condena en doble instancia por corrupción era apreciada por el votante anti kirchnerista que mutó su apoyo de Mauricio Macri a Milei.
El otro factor en evidencia es cómo conseguir despegar al Presidente de Rovira y de Cristina. No contribuye a esos fines, el hecho de que Milei optó por el silencio y no recurrió a ninguno de sus insultos habituales – basura, mierda, extorsionador, repugnante o mandril- que suele utilizar contra periodistas y dirigentes opositores, para culpar al misionero por la caída de Ficha Limpia. Tampoco las cuentas del ejército libertario, que muchas veces utiliza fakes para escrachar a periodistas que no se suben al tren de la obsecuencia, apuntaron sus cañones contra Rovira.
Producido el hecho y sin vuelta atrás, quizás después de octubre se active otra estrategia. ¿Buscarán Caputo y el viceministro de Justicia, Sebastián Amerio, reflotar otros candidatos a la Corte en lugar de Ariel Lijo y Manuel García Mansilla? ¿Volverán las conversaciones con el kirchnerismo que tenían el año pasado para acordar la ampliación del Tribunal a cambio del apoyo a los pliegos y algunos asientos para jueces K? El proyecto presentado por el senador Juan Carlos Romero, aliado del Gobierno pero también dialoguista con los K, podría ser el primer paso.
La conveniencia de un acuerdo Macri-Milei en Provincia
La campaña porteña en la que LLA recurrió a un discurso crítico pero lindante con una campaña sucia contra la gestión y la vida privada de Jorge Macri, se terminó convirtiendo en el prólogo de un posible acuerdo entre mileistas y macristas para competir juntos en la provincia de Buenos Aires.
“No entiendo de qué nos sirve una alianza. Si le pegan a Jorge y a Mauricio por debajo del cinturón, nos culpan de voltear Ficha Limpia y arreglan con Rovira para salvar a Cristina y dicen a viva voz que no quieren un acuerdo de partidos sino cooptarnos”, describe un avezado dirigente amarillo.
Hacia adentro del PRO, esa durísima pelea produce reacciones encontradas. Están los que creen que hay que separar lo que ocurre en la Ciudad de lo que podría pasar en territorio bonaerense, y no mezclar los tantos porque lo mejor para el espacio macrista es ganar la elección en provincia junto al Gobierno.

Otros consideran que un acuerdo con LLA implicaría una pérdida de identidad a partir de los acuerdos que los libertarios construyen con Cristina, pero también porque gran parte de los dirigentes que integran el mileísmo bonaerense provienen del massismo y y del peronismo que supo ser K.
Prima la idea de esperar a ver qué ocurre en la elección porteña del próximo domingo. Porque consideran que a partir de allí se esclarecerá el panorama. Hay una cruda realidad que muy pocos describen, aunque algún legislador bonaerense se anima a hacerlo: “El PRO por sí solo ha perdido fuerza. Si en Capital Federal tiene apenas el 20% imagínate cómo está en el interior de la provincia”.