viernes, abril 25, 2025
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una trilogía para la libertad



Sin el pensamiento crítico y planetario de Vargas Llosa, el mundo se ve algo huérfano de voces que proclamen de una manera tan visceral y con ese convencimiento férreo los fundamentos del ser liberal profundo. Este, en el famoso escritor, desborda al aspecto puramente económico del término para adentrarse en la profundidad del componente humano y social. Para llegar a esa convicción hizo falta romper con su inicial y poco experimentada simpatía y aceptación de la solución del comunismo puro.

A diferencia de Havel y Ampuero, quienes conocieron y vivieron el totalitarismo en carne propia, a Vargas Llosa sólo le alcanzaron unos pocos días en Rusia, y algunas noticias sobre atropellos a la libertad literaria en Cuba para desenamorarse por completo de aquella primera ilusión. La burda mutilación moscovita de partes de sus novelas y los tanques en Checoslovaquia fueron demasiado lejos para su entusiasmo juvenil. Tiempo después, llegaría la consolidación y el convencimiento de que, para vivir mejor, sólo es posible hacerlo en libertad, aceptando las deficiencias e inequidades que puedan existir en ella, pero siempre mejor a vivir enclaustrado en un mundo más corto y cerrado, censor de ideas y de cultura. Se podría negociar en política más no con el contenido de sus libros.

Al ya fallecido dramaturgo Václav Havel siempre le pareció que vivía en la mentira de una Praga comunista y sólo le bastó esgrimir la fuerza de la verdad para que, a través de una revolución pacífica, pudiera llegar a ser sin casi proponérselo, el primer presidente de la republica checa. A él nunca le convenció el comunismo, habiéndolo vivido de primera mano, supo ver lo que en realidad, subyacía en él.

A Roberto Ampuero, gran escritor y diplomático chileno le queda por delante, una dura faena. Él también, al igual que los otros, transitó por la vereda antiliberal, en la Cuba de Castro y pudo apreciar in situ las bondades de ese régimen. Es a Ampuero a quien puede tocarle tener que ser la voz liberal autorizada que superviva a Vargas Llosa y a Havel. Después de todo, no son muchos los pensadores de esa talla que vivieron la experiencia totalitaria y ahora puedan comentarnos sobre si aquella epifanía de conversión fue justamente eso, una epifanía o se trató de un lento y muy analizado proceso de transformación.

Pero entonces, ¿quién mejor que Vargas Llosa para novelar al pensamiento liberal?. “Su llamada de la tribu” es todo lo original e imaginativo que uno puede llegar a pensar de un cuento sobre la libertad. Si esta llamada sirve para explicar cómo se fue produciendo la transformación de su pensamiento a lo largo de los años, quizás sea una búsqueda más del escritor sobre los mecanismos de su transformación ideológica y sobre un análisis de los defectos o excesos del liberalismo. Esto hablaría bien del Vargas Llosa trabajador al mejor estilo flaubertiano, y quizás dice de una todavía inconclusa necesidad de reafirmación de sus posturas, algo con lo que para debatir el pensamiento liberal, lo proveyera de nuevas herramientas.

Si es que Vargas Llosa andaba tras de algo nuevo con que trenzarse con alguien a favor de la libertad, quiere decir que aún nos queda tela para cortar. Y puede ser tarea de Roberto Ampuero el ayudarnos a hacerlo.

Javier de Arteaga / Médico / javierdearteaga@gmail.com



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