León XIV ha cumplido un mes de Papa y ha puesto en marcha una novedad: poner fin a las hostilidades con los sectores conservadores, que luchan por continuar la misa en latín según el misal de 1962, que caracterizaron al pontificado de su predecesor, el argentino Francisco.
El comienzo de la distensión se vivió con la peregrinación a la catedral gótica de Chartres, en Francia (una de las peregrinaciones cristianas más antiguas y significativas de Europa), a la que este año concurrieron más de 20 mil jóvenes, con un continuo incremento de su presencia. El obispo local, Philippe Christory, leyó un mensaje conciliador enviado por el Papa Prevost.
“El Papa León reza por cada peregrino que vive un personal encuentro con Cristo”, afirmó Cristory. Es una sentencia que pone fin a los abiertos contrastes que crecieron durante los años del papado de Jorge Bergoglio, que marginó a los tradicionalistas con restricciones rígidas en el nivel diocesano.
El largo período turbulento de los años pasados con los defensores de la misa en latín parece haber concluido.
El Papa Francisco promulgó en 2021 el motu proprio Tradiciones Custodes que limitó el uso de las iglesias parroquiales a las misas en latín. El mundo tradicionalista lanzó una cruzada en muchas diócesis oponiéndose a las restricciones. Bergoglio acusó a los ultraconservadores de haber atacado la unidad de la Iglesia y hasta los definió como “peligrosos”.
Un año después aprobó una nueva intervención que invocaba el Concilio Vaticano II para poner de relieve que “la belleza del celebración fuera dañada por una superficial reproducción de su valor”. Es más: acusó a los tradicionalistas de “una instrumentalización al servicio de una visión ideológica”.
La contienda duró hasta el fallecimiento de Francisco, el 21 de abril.
“Con la llegada del Papa Prevost la música ha cambiado”, escribe Franca Giansoldati, vaticanista de “Il Messaggero”. León XIV ha impuesto un estilo propio reflexivo, apegado al “Código, el magisterio, la tradición y el Vaticano II”.
“Habrá una cierta continuidad con Francisco en algunos temas, como el clima y los pobres, las migraciones y la universalidad, pero no en sus símbolos”, afirma Giansoldati. Durante el Cónclave se lo habían pedido los cardenales electorales: “Es urgente la necesidad de restablecer un clima de unidad y hasta de serenidad en el Vaticano”.
El nuevo Papa avanza en un pontificado de mediaciones, de garantías.
En un encuentro con los que trabajan en la Secretaría de Estado, cuyo líder es el cardenal Pietro Parolin, León XIV dijo: “A ustedes los necesito”.
Todos se preguntan qué significarán estas palabras para el futuro de Parolín, que en el Cónclave al ver que tras la tercera votación seguía primero pero no decolaba y crecía la candidatura de Prevost, renunció y pidió a los 198 cardenales presentes que votaran por el futuro León XIV. Una avalancha de 104 votos le hizo caso y consagró al nuevo pontífice.
¿Qué pasará en la inevitable restructuración de la Curia Romana, con la llegada del nuevo pontífice? ¿Qué futuro le reserva el Papa Prevost a su número dos, Pietro Parolín?
Hay señales de que el nuevo Papa comienza a ajustar la orientación de la Iglesia. León XVI recibió en audiencia “a dos grandes realidades eclesiásticas”, como el Opus Dei y los Neocatecumenales, volvió a poner en marcha la procesión del Corpus Domini (una fiesta dedicada a honrar el Santísimo Sacramento), suprimida por Francisco y reanimó la clausura del año mariano en la Gruta de Lourdes, en la colina más alta del Vaticano.
Parece evidente que el nuevo Papa busca una vía en favor de la pacificación de los enfrentamientos en la Iglesia. Los tradicionalistas están entre contentos y desconcertados, porque también hay señales de que el nuevo pontífice no va a aceptar a los conservadores que abran nuevos conflictos.